El féretro fue cargado en andas por los familiares del universitario, mientras que la marcha fue custodiada por encapuchados que portaban palines y ramas de canelo.
José Alvújar, El MercurioTEMUCO.- En un masivo funeral fueron despedidos hoy los restos de Matías Catrileo Quezada, quien el jueves falleció baleado durante un ataque incendiario a un fundo de Vilcún.
Alrededor de 2.000 personas acompañaron el ataúd del joven de 22 años desde el hogar estudiantil mapuche Plontuwe, hasta el cementerio Parque del Sendero de Temuco.
Por más de 200 metros, el féretro fue cargado en andas por los familiares del universitario, mientras que la marcha era custodiada por encapuchados que portaban en sus manos palines y ramas de canelo.
Una vez que el cuerpo fue ingresado al camposanto, los guardias mapuches o weichafes cerraron el recinto, manteniendo custodia en el acceso principal y sin permitir el acceso de la prensa o personas ajenas al funeral.
La ceremonia se extendió por aproximadamente una hora y 15 minutos, y en ella los familiares comuneros, quienes llegaron desde distintos puntos el país, despidieron y rindieron honores al que calificaron como un guerrero mapuche.
Mónica Quezada, madre del joven, declaró que la ceremonia estuvo "cargada de amor y cariño hacia su hijo", mientras que el padre prefirió no hacer declaraciones.
Catrileo formaba parte de un grupo de 30 encapuchados, algunos armados con escopetas, que llegó al fundo Santa Margarita de propiedad del agricultor Jorge Luchsinger, para quemar 200 fardos acopiados en el lugar.
Según la versión policial, el grupo atacó con disparos de escopetas a dos carabineros que los sorprendieron en plena acción incendiaria, la que fue repelida con sus armas de servicio, en un acto que definieron como "legítima defensa".
Una de las balas disparada por la policía ingresó por la espalda, perforó el pulmón izquierdo y salió por el abdomen del universitario mapuche, reportó un informe preliminar de la Brigada de Homicidios de Investigaciones.
Catrileo cayó mortalmente herido en el mismo lugar del enfrentamiento, pero sus acompañantes lo trasladaron en una improvisada camilla, confeccionada con dos palos y un saco, a unos cinco kilómetros del lugar, mientras la policía los perseguía a corta distancia.
Su cuerpo fue entregado diez horas después por sus compañeros a un grupo de garantes, integrado por el obispo de la Araucanía, monseñor Sixto Parzinger; el Defensor Público Regional, José Martínez; el prefecto de Investigaciones Carlos Soto; la abogada del obispado y representantes de la Cruz Roja local.