CHILLÁN.- Más de 50 años de cárcel suman las penas que deberán cumplir los integrantes de un clan familiar que fue condenado por traficar droga en las comunas de Chillán y Chillán Viejo.
El Ministerio Público logró que el Tribunal Oral en lo Penal de Chillán sentenciara al líder de la banda, identificado como Daniel Moraga (44), a cumplir una condena de 15 años de cárcel por tráfico de drogas y otra de 541 días por tenencia ilegal de arma y receptación, lo que suman más de 16 años de privación de libertad.
Asimismo, los magistrados dictaminaron contra Reinaldo Figueroa (39) a una pena de 12 años de presidio, mientras que Eva Trujillo (42) y Luis Mejías (44), deberán purgar 10 años en prisión.
De acuerdo a la investigación desarrollada por el fiscal jefe de Chillán, Pablo Fritz, en el marco del plan "Alianza contra las drogas" que lleva adelante esa fiscalía, el grupo operaba bajo las órdenes de Daniel Moraga, quien encomendaba tareas específicas a los demás integrantes, para llevar adelante las actividades ilícitas.
Los imputados habían sido investigados durante casi un año, hasta que fueron detenidos el 13 de julio de 2011, en un operativo realizado por carabineros del OS-7, que se gestó a partir de los datos recopilados en relación a que el grupo había recibido una importante cantidad de marihuana.
En el domicilio de Eva Trujillo se encontraron 903 gramos de cannabis sativa, una balanza digital, una tijera y catorce bolsas de nylon transparentes destinados a la dosificación, y la cantidad de 1 millón 330 mil pesos en dinero efectivo.
Con esa incautación la Fiscalía ratificó la hipótesis de que el funcionamiento del grupo establecía que la mujer guardara la droga y el dinero, de acuerdo a las instrucciones dadas por Moraga, quien es su cuñado.
En aquella oportunidad también se allanó el domicilio de Luis Mejías, quien tenía en su poder 161 mil 900 pesos, dinero generado de la venta del alucinógeno, dado que tanto él como Reinaldo Figueroa, se dedicaban a la tarea de comercialización.
De acuerdo al fallo dictado por el tribunal, en el juicio se acreditó que Moraga era quien realizaba el contacto con los proveedores para comprar la droga, la que una vez adquirida era inmediatamente enviada a otras casas, para evitar ser descubierto en posesión de ella.