WASHINGTON.- Una fiesta de cumpleaños con mucha pompa sería una rareza en él, que no soporta ser el centro de atención. Desde hace muchos años Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna, vive apartado, incluso desde poco después del histórico acontecimiento, y evita los flashes.
Si su enorme fama le significa algo, o si alguna vez tuvo significado para él, sólo lo saben sus personas más cercanas. Sin embargo, sigue interesado en la navegación espacial. Este jueves, 5 de agosto, cumple 80 años.
Armstrong tenía 38 años cuando el 21 de julio de 1969 puso un pie sobre la Luna y pronunció la legendaria frase: "Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad". Se veía increíblemente apuesto en las fotos oficiales de la NASA con su traje de astronauta y el casco en la mano: un hombre soñador, inteligente, visionario, valiente y atractivo.
Todas estas cualidades podrían haberle habilitado una carrera política como en el caso del astronauta John Glenn, quien ingresó en el Senado en 1977. Sin embargo, Armstrong no quiso saber nada de ello, así como de brindar charlas, lo cual le habría proporcionado sumas cuantiosas. Así, se convirtió en una especie de héroe del espacio y a la vez en un enigma.
Al igual que en el caso de la mayoría de los famosos, también en torno a Armstrong, de raíces escocesas e irlandesas, se tejieron numerosas leyendas acerca de su pasión temprana por el espacio.
Nacido en Wapakoneta, en el estado de Ohio, al parecer ya estaba fascinado con los aviones desde los dos años. A los 16 años consiguió su primera licencia de piloto, antes incluso de sacar el registro para conducir automóviles. Armstrong estudió luego ingeniería aeronáutica en la universidad Purdue, se convirtió en piloto de la Marina y cumplió con 79 misiones de combate en la Guerra de Corea.
A mediados de los 50 inició una carrera como piloto de pruebas. Armstrong probó 50 tipos distintos de máquinas. Una y otra vez, se vio involucrado en situaciones complicadas, y alcanzó alturas de más de 62 kilómetros.
Primer acercamiento
Pero él quería llegar más lejos y en 1962 dio el primer paso: la NASA aceptó a Armstrong como astronauta. En 1966 logró como piloto jefe del "Gemini 8" acoplarse a una nave no tripulada en órbita, en lo que fue la primera "cita" de este tipo en el espacio.
Tres años después, cumplió con su gran sueño. Armstrong lideró la misión lunar del "Apollo 11", dirigió el pequeño módulo "Eagle" a mano hacia la Luna y fue el primero en salir de la escotilla, antes de su colega "Buzz" Aldrin. Uno de los motivos habría sido que a pesar de su carrera, Armstrong no tenía un gran ego y que la NASA quiso honrar eso.
En las primeras semanas tras el regreso, Armstrong permitió que lo ovacionaran junto al resto del equipo alrededor del mundo. Pero poco después informó que no volvería a viajar al espacio y abandonó por completo la NASA en 1971, para desempeñarse como profesor de ingeniería aeronáutica y espacial en la Universidad de Cincinnati durante ocho años. Después de eso, Armstrong, casado dos veces, integró las juntas directivas de distintas empresas.
Apenas apareció en televisión. Hace 15 años se niega a dar autógrafos después de que se enterara de cuánto dinero se hacía con ellos y con otros objetos relacionados con él. Particular enojo le provocó su peluquero, que vendió un mechón de pelo suyo. Armstrong lo obligó a destinar la suma a un fin benéfico.
A pesar de que hace tiempo Armstrong mantiene un perfil bajo, se hizo escuchar cuando el Presidente estadounidense Barack Obama anunció este año la cancelación del nuevo plan lunar de la NASA. Armstrong advirtió en una carta abierta acerca de una "caída de Estados Unidos en la segunda clase" de la navegación espacial.