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Mendoza

Columna por Gonzalo Maza

21 de Febrero de 2000 | 23:52 | El Mercurio
No es difícil sentir pena en Viña. Deben ser los días nublados de verano, o ver a los ancianos que en las tardes sopean galletas en un café de la avenida San Martín, pero cuando ya se acaba todo, cuando se empiezan a armar las maletas, cuando miembros del jurado cierran las piezas de su habitación, cuando fanáticas buscautógrafos, con ojeras, se sientan en la escalera del hotel que hace unos días gritaban por alcanzar, y las camareras revelan las fotos que lograron sacarse con los artistas invitados, es inevitable observar cómo el aire se carga de una penita grande de algo que se acaba y vuelve a pasar.

Juan Carlos Mendoza, 47 años, ve pasar eso todos los años mirándolo desde detrás de sus dos teclados Casio en el restaurante del Hotel O'Higgings. El, quien desde 1984 se dedica a animar los almuerzos y las cenas de los pasajeros con los ritmos electrónicos y pregrabados de su órgano, ha estado presente en todos estas despedidas. "Yo estuve en los mejores festivales de la época de grandes bandas, como Miami Sound Machine, Camilo Sesto, Julio Iglesias, el Puma, todos los grandes cantantes".

Mendoza fue el fundador del grupo Cráter "que era muy famoso en los años sesenta. El grupo marcó una época grande en el país, sobre todo en la música tropical. Nosotros grabamos en Chile un montón de canciones como "La mayonesa", "Mira qué cielo, mira qué luna", "María Cristina regálame una rosa", y que después cuando ya eran conocidas, vino Johnny Ventura a cantarlas y le fue re bien en la Quinta".

Mendoza tiene un repertorio de más de 400 canciones para amenizar con su piano electrónico. "Todos los años se van sacando repertorio nuevo. Siempre música antigua, y siempre me están pidiendo boleros, música romántica". En estos 16 años, al ritmo acompasado de su teclado, ha tenido improvisados invitados que lo han acompañado a tocar a la hora de almuerzo, como Armando Manzanero, Mariano Mores y María Martha Serra Lima.

"Esto es jazz cien por ciento. Yo voy improvisando, tejiendo cosas. Los tangos los toco con ritmo Bahía, que es una samba así como suavecita, y suena bien la cosa. Yo más o menos sé lo que le gusta a la gente. Uno va tocando un tema, y después va saliendo otro, y después otro, y los junto todos, porque voy acordándome cuando voy tocando. De repente toco a Emmanuel con ritmo de bossanova, o a Los Beatles en ritmo salsa. Y suena bien".

-Los puristas se deben molestar.

"No sé. Nunca me acuerdo de ninguna persona que me haya dicho que no le gusta lo que hago".

Mendoza, nacido en Viña, estudió música en la Universidad de Valparaíso, "pero el estudio musical es sólo el 40 por ciento de lo que uno es como músico. Lo otro lo entrega la vida, el rodaje de tocar todos los días. Antes yo era guitarrista, y viajaba tocando con el Pollo Fuentes, con Marcelo, Carlos Alegría, Luis Dimas, Fernando Trujillo. Y todo ese rodaje te sirve. Y eso es lo contrario a lo que no le sucede a los músicos talentosos. Ellos se cortan. Son de partitura, tienen miedo a caerse".

Es por eso que Mendoza no se achica con tener músicos grandes o productores famosos en la audiencia del restaurant. "Yo los veo pasar a todos, pero yo me quedo. Sigo mi vida. La vida del músico es muy fácil. Está llena de éxitos. Pero yo soy ordenado. Y eso se refleja en la música". Porque pasarán los festivales, pasarán las penas, pero los ritmos electrónicos seguirán ahí, inalterables, infinitos.

Gonzalo Maza.
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