Deberíamos haber salido antes. No lo hicimos. Ya no valía la pena arrepentirse. Estábamos justo a la hora.
Habíamos almorzado en el campo de los papas de Rodrigo. Nos invitó ya que el partido era en Viña y el campo quedaba relativamente cerca. Entonces, organizamos todo para hacerlo todo. Eso no siempre está bien, pero se pasa mejor. Y ya era la hora.
Estábamos Rodrigo, Andrea, Felipe y yo. Tomamos el auto y partimos camino al estadio. La final del ATP de Viña. No contábamos con todo el taco y la gente del veraneo, así que Rodrigo nos comentó sobre un atajo.
Felipe, que iba al volante, le hizo caso y nos fuimos por unas pequeñas calles de ese pueblo que sólo él conocía. Íbamos avanzando rápido y confiados. Felices porque llegaríamos a la hora.
Y de pronto. Lo típico. Una calle pequeña, sin más salida que por ella misma. Sin posibilidad de retroceder. Estábamos justo cerca de la entrada del zoológico del pueblo. Y para mala suerte nuestra, como único día, la entrada era LIBERADA. Liberada totalmente para todo aquel que quisiera ir ese día al Zoo.
No se podía creer la cantidad de gente que había. Por Dios que se agradece una entrada liberada a cualquier parte. Aquí lo notamos todos.
Como en los happy hour, todos los bares llenos; o como el café gratis en un restaurante, todas las mesas tomando café. Acá pasó algo parecido. Todos entrando, haciendo cola, estacionando para llevar a los niños, a las abuelas, a quien fuera al zoológico. Y nosotros atascados, parados. Varados.
Casi decidimos quedarnos ahí. Era mejor. Llevábamos una hora metidos en ese frasco. Y no sabíamos si lograríamos ver algo de la final de tenis. Pero seguimos. Todos en silencio, enojados, molestos, ansiosos. Enojados con Rodrigo, con nosotros mismos, con el taco.
Finalmente la Andrea comentó algo que salvó la situación: "Entrada liberada, la cuevita...". Y nos largamos a reír.
En realidad, quién se iba a imaginar que por esa calle que nunca pasa nadie iba a estar justo ese día la entrada gratis al zoológico. Así que seguimos conversando y comentando, resignados, camino al tenis.
Llegamos al tercer set. No fue tan terrible. Igual fue entretenido, con
tie break y todo aunque la entrada no la aprovechamos por completo. Pagamos bastante como para sólo ver el tercer set, pero ya estaba hecho.
Este domingo, los mismos cuatro tenemos entradas para el clásico.
Habemus clásico, como el titular de El Mercurio Deportes. En el Nacional. Y ahí estaremos. Un par de horas antes. Varias horitas antes. Con cocaví. Sin asado. Sin salir tarde. Y sin pasar por ningún zoológico.
Amanda Kiran