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Columnistas

Por Felipe Núñez

Portero y capitán de Palestino. Pronto a titularse como periodista.

Claudio Bravo hizo lo lógico para un arquero

Lo acontecido frente a Venezuela el domingo pasado no dejó indiferente a nadie. Y es obvio. Teníamos muchas expectativas en que podíamos conseguir por primera vez el título continental. El sueño estaba argumentado en el fútbol que venía practicando esta selección, y que además, se sumaba a lo poco que mostraba el resto. Brasil y Argentina, siempre candidatos al título, estuvieron llenos de dudas. El resto, poco para destacar, excepto el coraje de los uruguayos ante los dueños de casa. Pero este deporte nunca nos deja de sorprender. Porque el que advierta que se imaginó estas semifinales, de antemano le digo que es un falaz.

Ahora, para muchos de los que siguieron el partido contra los venezolanos puede resultar un ejercicio muy tranquilizador  buscar a un culpable por la derrota. Nada nuevo en todo caso. Los dardos esta vez cayeron contra Claudio Bravo. Y es aquí donde quiero detenerme y aportar al debate, que por cierto no ha sido tal, sino más bien, una carnicería.

Como el puesto del arco es tan especial  a veces ni siquiera los propios  técnicos  o jugadores de campo (profesionales)  saben interpretar cuándo se está bien o mal. Y no es una exageración. Por lo tanto, no es mucho lo que podemos esperar (como arqueros) del hincha o de los medios. Y conste que no lo digo con el  ánimo de ofender, al contrario, sino aportar con mi visión  sobre lo acontecido la  noche del domingo.

Hace unos meses escuché al DT uruguayo Óscar Tabárez decir que: “para mí el mejor arquero es aquel que más veces resulta determinante en el triunfo del equipo”, la frase puede resultar algo lógica, pero no del todo, porque para algunos una tapada “X” puede parecer  determinante en el  resultado del juego. Pero para otros, esa misma acción puede ser interpretada como una jugada fácil y de arquero. Entonces, resulta muy difícil tener certeza de aquello, a menos que sea una jugada muy notoria, como por ejemplo la atajada de Fernando Muslera frente a los argentinos, cuando el balón rebota en su defensor y termina por desviar con el pie. Ahí no hay doble lectura.

A mi parecer, en la jugada que termina en el segundo gol de los venezolanos hay varias situaciones a considerar. Como, por ejemplo, haber dejado crecer el contragolpe y después hacer un foul en una zona de peligro, pensando, cierto, en que Juan Arango es un excelente ejecutor de balones detenidos.

Otro dato. Los que llegan a la marca se apresuran en entrar a la zona del portero, tanto que casi ingresan al área chica. Esto, sumado al  balón que no lleva mucha altura, hace casi imposible salir a cortarlo.

Por lo tanto, no deja más opción al arquero que esperar que los defensores despejen, o reaccionar a un posible cabezazo. Nada de eso ocurrió y el bote termina por sorprender a Bravo.

A mi entender, el capitán de la selección chilena hizo lo más lógico para un arquero que siempre intenta atrapar. Otros dirán que debería haber manoteado, puede ser, pero paradojalmente los porteros de mejor técnica en ese tipo de balones siempre intentan atraparlo. Finalmente, Claudio hizo la lógica, y por desgracia, salió mal.

Al fin y al cabo, son gajes del oficio.