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HISTORIA DEL CINE CHILENO

 

En 1942 el cine es empujado desde el gobierno. Aquel año la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) dio nacimiento a Chile Films, que por treinta años proveyó a los cineastas con recursos técnicos para filmar sus proyectos. La idea de formalizar una industria cinematográfica en el país no tardó en derrumbarse, ya que siete años más tarde los estudios presentaban un balance desolador en términos económicos y culturales. Nunca se escatimó en gastos para atraer a directores foráneos -algunos sin pergaminos- para conducir cintas calificadas como 'superproducciones', pero que estuvieron lejos de reportar ganancias. "La dama de la muerte" o "El padre Pitillo", ambas de 1946, son algunos ejemplos de severos tropiezos. "El diamante de Maharajá", en cambio, fue una comedia de aventuras -de las cintas más caras de la época- protagonizada por el comediante Lucho Córdoba, que alcanzó gran éxito en la taquilla.

De la fecunda manija de José Bohr, destacan en esos años "La dama de las Camelias" (1947), una adaptación a la obra de Dumas con Ana González a la cabeza, "Tonto Pillo" (1948) y "El gran circo Chamorro" (1955).

En la década del '50, la producción fílmica decae notoriamente, con apenas trece películas estrenadas en todo el periodo. Pese al exiguo volumen, en este decenio aparecen los primeros indicios de lo que vendría en la siguiente década, con un cine enfocado al entorno social. Naum Kramarenko lo deja entrever en "Tres miradas a la calle" (1957) y luego algunos años más tarde con "Deja que los perros ladren" (1961).

El "nuevo cine chileno"

Cuando las universidades decidieron involucrarse en el cine, se comenzó a forjar el camino a lo que luego se denominaría el "Nuevo Cine Chileno". El Instituto Fílmico de la Universidad Católica (1955) y la incorporación del Centro del Cine Experimental a la Universidad de Chile (1959), impulsaron un género que hasta el momento no había sido explorado en profundidad: el documental. Al mismo tiempo, se apoyaba con los escasos recursos existentes a creadores de la talla de Raúl Ruiz, Miguel Littín y Helvio Soto.

El cine chileno comenzó a enfocarse en su mirada social, tendiendo hacia un cine de corte neorrealista y casi documental, en el que los recursos no abundaban como en generaciones anteriores, pero donde sí se produjo un avance cualitativo en las cintas nacionales. "Morir un poco" (1967), con dirección y música Alvaro Covacevich; y especialmente "Largo Viaje" (1967) de Patricio Kaulen, ya esbozaban la senda que se dibujaría años después.

La celebración del Primer Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, realizado en Viña del Mar en 1967, permitió a los autores nacionales por primera vez a tener una mirada panorámica del trabajo de sus pares continentales. A la siguiente cita, en 1969, también en la Quinta Región, Chile ya tenía con qué competir en el festival. "Tres tristes tigres" (1968) de Raúl Ruiz, "Valparaíso, mi amor" (1970) de Aldo Francia, y "El chacal de Nahueltoro" (1970) de Miguel Littin, se estrenaron en aquella muestra y son las piezas más destacadas del "Nuevo Cine Chileno". En las cintas de Ruiz y Littín, coinciden Nelson Villagra, Luis Alarcón y Shenda Román en los principales papeles.

 

   
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