Cine

Considerado uno de los monstarios más austeros del mundo, el Grande Chartreuse se adentra en lo más profundo de los Alpes franceses. Fundado por San Bruno -fundador de los cartujos- en 1084, por cientos de años mantuvo sus puertas cerradas para el público. En 1984 el cineasta alemán Philip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para realizar un documental sobre ellos. Dieciséis años después llegó una respuesta positiva y así tuvo la oportunidad de vivir por seis meses entre los monjes, aunque sin ningún tipo de equipo técnico o iluminación artificial. Sólo con su cámara en mano, pudo filmar sus rezos diarios, sus tareas, rituales y excursiones.

Gröning consiguió con este contemplativo documental el premio especial del jurado en el Festival de Sundance en el 2006.