SANTIAGO.- Pese a que él mismo juega a ser reconocido como "el vengador más fuerte", sin duda que Thor debería ser "el vengador olvidado". El dios del trueno que Marvel popularizó en las historietas como un superhéroe, no tenía una aparición en el universo cinematográfico desde 2015, cuando se estrenó "Avengers: La era del Ultrón".
Y tal vez como una especie de castigo, luego de que la segunda entrega del personaje —en "Thor: Un mundo oscuro" (2013)— fuera duramente criticada por los expertos y los fanáticos, incluso quedando en algunos rankings como "la peor película de toda la franquicia".
Sin embargo, el hijo de Odín está de regreso y totalmente reivindicado en "Thor: Ragnarok", una inusual producción con la que Marvel comienza a preparar el terreno para lo que será "Avengers: Infinity War" (2018).
El actor y director neozelandés Taika Waititi ("The Inbetweeners") se apropió de la historia llena de mitología que acompaña al personaje y la satirizó de una manera casi excesiva, pero logrando refrescar la imagen de la saga.
Alejado de la Tierra, Thor (Chris Hemsworth) viaja por los nueve reinos haciendo de las suyas como el dios del trueno. Tras una de sus aventuras, en donde se enfrenta al gigante de fuego Surtur (Clancy Brown), el protagonista vuelve a su planeta natal, Asgard, para revelar que su hermano Loki (Tom Hiddleston) ha fingido ser Odín (Anthony Hopkins) el último tiempo.
Molesto con su hermano, emprenden ambos un camino en la búsqueda de su padre, quien fue relegado al mundo de los mortales. Con la ayuda de Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) —mejor conocido como Doctor Strange—, logran dar con el paradero del gran dios nórdico.
En su encuentro se enteran de la existencia de Hela —personificada por la grandiosa Cate Blanchett—, la diosa de la muerte, una despisada deidad que busca regir en Asgard y apoderarse de todos los reinos del universo, en un discurso contrario al establecido por Odín.
Despojado de su martillo, el mjolnir, Thor es arrojado en el planeta Sakaar, donde es obligado a convertirse en un luchador de coliseo con la misión imposible de derrotar al competidor imbatible, Hulk.
"Thor: Ragnarok" es una película de superhéroes completamente fuera de tono, pero para bien. Los dotes de comedia a los que Waititi está acostumbrado, y las evidentes aptitudes de Hemsworth en el género, hacen que la cinta sea un acierto para la franquicia, y que le hacía falta.
Pese a la simplicidad de la trama, que aúna nuevamente pedazos de la mitología nórdica con la temática del Ragnarok y personajes como Hela, el guión recoge pasajes de lo que es "Planeta Hulk", una saga de cómics en los que el alter ego de Bruce Banner (Mark Ruffalo) se convierte en un gladiador en la galaxia.
Y aquí hay otra carta bien jugada. La incorporación de otro vengador. Tomando en cuenta que el gigante verde sólo cuenta con un filme en solitario ("Hulk: El hombre increíble", 2008), volver a ver a Mark Ruffalo como el correcto científico le entrega frescura a la historia, así como también una casi completa renovación del elenco, con personajes como Valquiria (Tessa Thompson), el Gran Maestro (Jeff Goldblum) y Skurge (Karl Urban).
Esta entrega de "Thor" viene a firmar que las películas de superhéroes pueden ser sólo mera entretención, dejando tramas complejas que a veces se escapan de las manos de los guionistas y directos —un claro ejemplo fue "Batman v. Superman"—, y aunque pueda ser banal y simplista, la comedia viene a remecer un poco al universo cinematográfico de Marvel, que aunque contiene elementos del género en todas sus películas, sólo habían quedado ligadas a los filmes de "Guardianes de la Galaxia" o "Ant-Man".
Quedó claro que el dios del trueno dejó atrás el Mundo Oscuro y se fue con todo al Mundo de la Diversión, pero a la vez a través del humor incluso a veces absurdo, el rubio musculoso alcanzó una madurez notable, que con la amenaza de la segunda entrega parecía un logro difícil.
"Thor: Ragnarok" se estrena hoy en las salas nacionales.