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La política de EE.UU. hacia Chile: del temor a "una segunda Cuba" al apoyo a la transición y la firma de un TLC

Ya sea intentando incidir en elecciones presidenciales, impulsando el regreso de Chile a la democracia o convirtiéndose en uno de los principales socios comerciales, en las últimas décadas Washington ha sido un actor relevante en las relaciones internacionales de nuestro país.

31 de Mayo de 2023 | 18:39 | Por Gonzalo Vega Sfrasani, Chile 1973-2023
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Muchos historiadores han descrito la década de los 60 como una "bisagra histórica", como años de cambios, de rebelión juvenil, de revolución sexual, de hippies, de un renacimiento de los movimientos feministas. Un período en que los estudiantes se convirtieron en actores políticos, ya sea pidiendo más participación en las universidades o protagonizando marchas contra la guerra de Vietnam. Todo esto en el mundo bipolar que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, en el que EE.UU. y la Unión Soviética encabezaron una lucha por expandir el capitalismo y el comunismo, respectivamente. Chile no quedó ajeno a estas ansias de cambio, ni tampoco al ajedrez político mundial.

Ese era el contexto en el que se desarrollaron las elecciones presidenciales de 1964. El ejemplo de la Revolución Cubana (1959) era enaltecido cada vez más por sectores de izquierda, y la posibilidad de que estos llegaran al poder a través de la candidatura de Salvador Allende no era para nada descartable, y creció tras el episodio conocido como "el naranjazo".

A Washington le preocupaba que el abanderado socialista aterrizara en La Moneda de la mano de un discurso "antiimperialista" y amenazante hacia las empresas extranjeras que tenían inversiones en Chile, transformándose en "una segunda Cuba". Por tanto decide apoyar la candidatura del democratacristiano Eduardo Frei Montalva, que proponía una "Revolución en Libertad": cambios profundos, pero por la vía institucional.

El Informe Church, como se conoce el documento emanado de una comisión del Senado de EE.UU., presidida por el senador demócrata Frank Church, que investigó las operaciones de la CIA en el mundo, dio cuenta de que Washington destinó recursos económicos para favorecer a la candidatura de Frei —a quien deliberadamente no se le informó— y para producir mensajes publicitarios en medios de comunicación que advirtieran lo que podría significar para Chile que "el marxismo" llegara al poder.

Al conocerse estas informaciones, la Democracia Cristiana negó la recepción de dineros. En cuanto a la denominada "campaña del terror", señaló que esta fue realizada por grupos ajenos al partido, y que incluso en su momento fue repudiada por el propio Frei Montalva, quien finalmente terminó imponiéndose holgadamente en las elecciones con el 55,7% de los votos.

Washington ante la llegada de Allende a La Moneda


Con la atención centrada en la guerra de Vietnam y en la distensión y apertura hacia China, la administración republicana de Richard Nixon no tenía entre sus principales preocupaciones las elecciones presidenciales chilenas de 1970. "La atención que se le dio a la elección a nivel de analistas fue infrecuente y tardía", señala un memorándum del 4 de marzo de 1971, de acuerdo al cual en 1970 "no se consideraba probable una victoria de Allende".

Sin embargo, la actitud de Washington cambió tras las votaciones del 4 de septiembre, en las que el socialista obtuvo el primer lugar con una mayoría relativa (36,2%), solo 39 mil sufragios más que Jorge Alessandri (34,9%).

De acuerdo a la Constitución de 1925, vigente en ese entonces, la decisión de quién ocuparía la presidencia del país quedaba en manos del Congreso, el que tendría que optar por una de las dos candidaturas más votadas: Allende o Alessandri.

El Informe Church afirma que Nixon habría ordenado a la CIA que impidiera "a toda costa" la asunción de Allende. Entre otras medidas, se habría tratado indirectamente de convencer a Frei Montalva de que diera consentimiento a la idea de que en el Legislativo la DC apoyara la elección de Alessandri como Presidente, para que este luego renunciara, se convocara a elecciones y a ellas se presentara Frei. Pero el exmandatario democratacristiano no accedió.

La compañía norteamericana International Telephone and Telegraph Corp. (ITT) también impulsó iniciativas, ofreciendo dinero para "apoyar cualquier plan del gobierno (de Estados Unidos) que tuviera el propósito de crear una coalición de oposición a Allende".

Paralelamente, el 22 de octubre —con el objetivo de generar una situación que impidiera una decisión favorable a Allende en el Congreso—, un intento de secuestro termina con la vida del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider. Pese a que la CIA habría estado en contacto previamente con quienes llevarían a cabo ese atentado, Kissinger asegura que Estados Unidos abandonó sus acciones tras el acuerdo alcanzado entre la DC y la UP para proclamar a Allende, pocos días antes del crimen de Schneider.

El 24 de octubre el Congreso Pleno ratificó a Allende como Presidente.
Ya con el abanderado socialista en el poder, Nixon definió la política de Washington hacia Chile como "fría, pero correcta", aunque obviamente no le era indiferente que la Unidad Popular llegara a La Moneda.

Además, el "imperialismo" era el blanco favorito de los ataques de la izquierda chilena y a su existencia se le asignaba la responsabilidad por el "subdesarrollo" de Chile. Ese "imperialismo" la izquierda lo veía materializado en la presencia económica norteamericana en el país, como las compañías mineras, las que se vieron afectadas por la nacionalización del cobre, política que se enmarcaba en el modelo económico que quería implantar la UP, pero que contó con el apoyo de los sectores de oposición. La molestia de Washington no se hizo esperar. Las acciones del Gobierno "en la compensación de compañías de cobre norteamericanas no son alentadoras hasta el momento. La aplicación de disposiciones legales sin precedente que nulifican efectivamente la compensación es, en nuestra opinión, inconsistente con el derecho internacional", afirmó Nixon.

Durante los tres años de la UP, el informe Church consigna que la CIA habría destinado cuantiosos recursos para acciones como campañas de propaganda antigubernamental y que sus agentes se relacionaron con sociedades norteamericanas —como la ITT—, que se veían amenazadas por las nacionalizaciones emprendidas por el gobierno.

Las versiones de Frei y Korry


El expresidente Eduardo Frei Montalva tenía una visión distinta a la expresada en el Informe Church sobre las acciones de "presión económica". Si bien reconoció las dificultades que se generaron luego que una de las compañías "expropiadas inició en Francia y otros países juicios de embargo en contra del cobre exportado chileno", afirmó que nuestro país"“pudo vender sin dificultad los productos que comerciaba no solo en Europa, sino en Estados Unidos", y que pudo conseguir la suspensión de pagos de deuda externa con el acuerdo favorable de todos los países europeos y además de Estados Unidos.

En cuanto a la ausencia de nuevas inversiones norteamericanas en el país durante la Unidad Popular, afirmó que "parecería bastante ingenuo planificar una revolución sobre la base de un ataque frontal contra los Estados Unidos y esperar al mismo tiempo un apoyo que no se ha dado muchas veces a gobiernos amigos".

El Informe Church documentó detalladamente el accionar de la CIA y otras agencias durante la UP; sin embargo, no ha estado exento de críticas. El embajador de EE.UU. en Chile entre 1963 y 1975, Edward M. Korry, expresó entonces que el senador Frank Church —quien encabezó la comisión de la cual emanó el documento— se había descalificado "como juez y como jurado" por condenar los esfuerzos por impedir que Allende llegara al poder.

Korry dijo que el mandatario chileno era "un marxista que consideraba a Estados Unidos como “el enemigo número uno en el hemisferio occidental”, agregando que, antes de su llegada a La Moneda, Chile tenía el “sistema de gobierno más democrático del hemisferio".

"El Mercurio" en el Informe Church


En su informe sobre Chile, la Comisión Church también se refirió a "El Mercurio", señalando que, entre otros aspectos, se vería afectado por la intervención del gobierno de Salvador Allende en el mercado del papel-prensa y que se habría aprobado apoyo económico para el diario.

Al respecto, "El Mercurio" respondió entonces señalando que el gobierno de Allende dispuso desde enero de 1971 una inspección tributaria bajo el pretexto de establecer y castigar supuestas infracciones: "Durante un año permanecieron los libros y documentación de ‘El Mercurio’ bajo la vigilancia más estricta, lo que permitía conocer el origen de todas sus operaciones".

Por otra parte, declaraciones realizadas durante las audiencias que efectuó la Comisión Church, así como documentos desclasificados posteriormente, dan cuenta de una reunión que sostuvo en Washington Agustín Edwards E., propietario entonces de "El Mercurio", al más alto nivel de la administración Nixon en 1970, cuando en nuestro país el debate político giraba en torno a si el Congreso debía elegir a Allende o Alessandri como Presidente.

La Enmienda Kennedy, el atentado a Letelier y un giro en la Casa Blanca


Tras el golpe de Estado, el 21 de septiembre de 1976 se produce un hito que marcaría el futuro de la política de Estados Unidos hacia Chile: el auto en el que viajaba el excanciller Orlando Letelier y su secretaria norteamericana Ronni Moffitt estalló en pleno centro de Washington, en un atentado sin precedentes en territorio estadounidense y por el cual posteriormente fue condenada la cúpula de la DINA.

Este hecho confirmó las aprensiones que existían en Washington respecto del actuar de los organismos de inteligencia del Régimen Militar. Solo siete meses antes del asesinato de Letelier, el senador demócrata Edward Kennedy presentó al Senado norteamericano una propuesta de embargo de armas en contra de Chile, por las violaciones a los derechos humanos. La Enmienda Kennedy impidió, por 14 años, la venta de armamento y asistencia militar al país por parte de Estados Unidos, lo que adquirió especial gravedad en medio de la crisis limítrofe con Argentina en 1978.

En el plano político, a mediados de los 80, la administración republicana de Ronald Reagan, pese a ver en el régimen de Augusto Pinochet un aliado frente al comunismo, comienza a ejercer presión por un regreso a la democracia.

En septiembre de 1985, el Congreso de Estados Unidos emitió una declaración apoyando los esfuerzos de las fuerzas políticas para una transición a la democracia, expresando su respaldo al Acuerdo Nacional suscrito, bajo el auspicio de la Iglesia Católica, entre sectores del oficialismo y fuerzas opositoras.

Ese mismo, la administración Reagan nominó al experimentado diplomático Harry Barnes como embajador en Chile con tres focos precisos para su misión: demandar respeto a los derechos humanos; apoyar una economía de mercado y alentar el retorno a la democracia. Durante su gestión, que incluyó el plebiscito de 1988 que puso término al régimen militar, el embajador Barnes procuró dar visibilidad a figuras de la oposición en señal de apoyo al pronto retorno a la democracia.

Una esperada visita presidencial y el "No" de Ricardo Lagos


"Han pasado treinta años desde la última visita de un Presidente de los Estados Unidos a Chile. Desde entonces, muchas cosas han cambiado en nuestro país”. Así, en diciembre de 1990, el Presidente Patricio Aylwin recibía a su par norteamericano, el republicano George Bush, quien con su estadía en Chile marcaba el inicio de una nueva etapa en las relaciones entre ambos países. Una en que la Guerra Fría comenzaba a quedar en el olvido, tras la caída del Muro de Berlín en 1989, dando paso a un mayor acercamiento político y económico entre ambas naciones. Esto se vio favorecido por el reconocimiento internacional que adquiría tanto la transición chilena como el desarrollo económico de nuestro país.

Un hito de esta etapa se alcanzó en 2003, con la firma del Tratado de Libre Comercio bajo el gobierno de Ricardo Lagos. Su suscripción no estuvo exenta de tensión tras la negativa del mandatario chileno a apoyar —en el Consejo de Naciones Unidas en que participaba Chile—, la invasión de Estados Unidos a Irak sin el respaldo de ese organismo. Pese a la decisión del Presidente Lagos y la molestia de George Bush W, finalmente el Congreso ratificó el acuerdo. El TLC ha sido clave para que hoy, a nivel país, Estados Unidos sea el segundo socio comercial de Chile.

La relación bilateral se vio reforzada con el ingreso de Chile, en 2014, al programa de exención de visa, más conocido como Visa Waiver, el que permite visitar Estados Unidos por hasta 90 días, sin la necesidad de tener visa. Lo anterior, a pesar de que por razones de política interna de ese país, Chile no tuvo embajador de Estados Unidos entre enero de 2019 y mediados de 2022, etapa que se superó con la designación de la actual embajadora Bernadette Meehan, quien asumió en nuestro país en julio del año pasado.


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