AFP
SANTIAGO.- Durante la historia, la Casa Blanca ha albergado todo tipo de mascotas, desde algunas exóticas como una serpiente o un pony, hasta otras más comunes como conejos, aves, gatos y perros. Estos últimos han sido los más elegidos: Franklin D. Roosevelt tuvo un Scottish Terrier; Richard Nixon un Cocker Spaniel y a Barack Obama lo acompañó Bo, un Perro de Aguas Portugués.
Sin embargo, en la actualidad el puesto de "mascota presidencial" está vacante, a pesar de que Donald Trump ya lleva seis meses como inquilino de la Casa Blanca. ¿Cuál es la razón?
"La familia presidencial todavía se está acomodando, por lo que no hay planes en este momento", explicó Stephanie Grisham, portavoz de la Primera Dama Melania Trump, cuando fue consultada al respecto.
Sin embargo, algunos piensan que la razón es otra. "Es difícil no notar la falta de compromiso de Donald Trump con los animales de compañía y la naturaleza en general", comentó hace un tiempo Alan M. Beck, profesor de ecología animal en la Universidad de Purdue, a The New York Times.
Beck agregó que los políticos suelen adoptar animales, porque las personas que tienen una mascota son evaluadas más positivamente. "Si tienes un animal, de alguna manera eres una mejor persona. Hay muchos estudios sobre esto. Pero no creo que al Presidente ni siquiera le preocupe", señaló el académico.
Jennifer Pickens, autora de "Mascotas en la Casa Blanca", confirma que "en la presidencia moderna, casi todos han tenido una mascota". Sin embargo, matiza que "no todos los tuvieron necesariamente al comienzo de la administración". De hecho, Bo llegó a formar parte de la familia presidencial en abril de 2009, tres meses después de que Obama asumiera el cargo.
Eso sí, Pickens coincide con la idea de Beck en el sentido de que "las mascotas ayudan a humanizar la presidencia" y a conectarse con las personas.
Pero, ¿es un perro la mascota más indicada para Trump? Según una investigación realizada por un psicólogo de la Universidad de Texas y a la que se remitió The New York Times, el actual Presidente estadounidense podría ser una persona más afín a los gatos, que un dog lover.
