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Sin el Papa, Roma es hoy la capital de dolor

La partida de Juan Pablo II enluta a esta ciudad, que por décadas compartió la alegría y esperanza que les transmitía el Pontífice.

03 de Abril de 2005 | 15:56 | Juan Antonio Muñoz, Enviado Especial a Roma

ROMA.- Las calles de Roma semi desiertas y una multitud en el Vaticano. No hay un rostro feliz en la Plaza de San Pedro, aun cuando todos los que están ahí creen que su Papa, que su Padre, está en una vida mejor.

Esa sensación feroz de pérdida alcanza a los no creyentes y también a hombres y mujeres de otras confesiones. Los disidentes y los que se burlan no están aquí. No lo merecen.

Desde Roma, la Tierra se prepara para vivir la apoteosis de la muerte y los cantos de tinieblas se escuchan hasta en las cárceles. Es el dolor que genera la partida de Juan Pablo segundo aquí en Roma, que hoy día parece ser la capital mundial del dolor.

La partida de Juan Pablo II fue demasiado emotiva. Su mano apretando la de Estanislao Dziwisz, su secretario personal. Y su última palabra antes de partir: "Amén", que permanece como la herencia de último minuto de un Pontífice entregado a Dios.

Con la mente en los jóvenes

En sus momentos finales, el Papa también pensó en los jóvenes. Porque en la plaza San Pedro se habían reunido por miles, pidiendo con fervor que se demorara el momento de su partida.

Con la debilidad de sus momentos terminales, un Papa moribundo les envió un mensaje. Con tensos movimientos, quiso agradecerles: "Los he buscado, y han venido a mí, y por esto les agradezco". Esto es lo que lograron traducir sus cercanos en sus horas finales.

Y ahora, al conocerse los detalles de sus momentos finales, el dolor es el sentimiento más común en una capital que por décadas vibró con la alegría y la fuerza que transmitía el Pontífice.
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