MANILA.- El jefe de la policía de Manila admitió hoy que se cometieron errores en el asalto a un autobús secuestrado el lunes en la capital filipina, que terminó con un saldo de ocho turistas de Hong Kong muertos.
La policía siguió los procedimientos correctos, pero "claramente se pueden reconocer errores en relación a la eficiencia y a la táctica aplicadas", dijo el director de la policía Leocadio Santiago a una cadena televisiva local, anunciando una investigación al respecto.
El presidente filipino, Benigno Aquino III, se reunió con el embajador chino en el país, Liu Jianchao, y otros funcionarios de Hong Kong para explicarles por qué la crisis de rehenes, que se alargó durante más de 10 horas terminó en un baño de sangre.
El portavoz presidencial añadió que Aquino llamará también al jefe ejecutivo de Hong Kong, Donald Tsang, tras el encuentro.
El gobierno planea también enviar una delegación de alto nivel a Hong Kong para relajar las tensiones sobre el asalto.
"Es un triste incidente y tenemos que asegurar a la comunidad internacional que continuamos cuidando a sus ciudadanos", dijo el portavoz presidencial, Edwin Lacierda.
Un ex policía fuertemente armado tomó el lunes en Manila un autobús turístico con 25 personas: cuatro filipinos, veinte turistas y un guía de Hong Kong.
El hombre, que había sido despedido por mala conducta, quería ser reincorporado al cuerpo.
En un principio pareció que todo iba a terminar con negociaciones pero tras diez horas de tensión, la policía asaltó el autobús y lo abatió.
Ocho turistas de Hong Kong murieron en el tiroteo, mientras que otros siete resultaron heridos.
Nueve rehenes fueron liberados durante las negociaciones y el conductor logró huir.
Según agregó el jefe de la policía, se decidió por atacar el autobús, luego de que el conductor escapara e informara que el secuestrador quería matar a todos los rehenes.
"Cuando el conductor huyó e informó que el agresor había comenzado a matar rehenes, fue el momento de iniciar el asalto".
Hoy llegaron además a Manila expertos en materia de seguridad procedentes de Hong Kong para seguir de cerca la investigación.
Algunos de los funcionarios se reunieron con responsables de la policía de Filipinas para facilitar la repatriación de los cadáveres en el transcurso del día.
El gobierno en Hong Kong criticó el manejo de la crisis de rehenes e instó a sus ciudadanos en Manila a regresar al país de inmediato.
Un grupo de 70 turistas de la ciudad que acababan de llegar a Manila se apresuraron a salir del país, informaron fuentes aeroportuarias.
El cónsul general de Filipinas en Hong Kong, Claro Cristobal, dijo hoy que a su oficina llegaron numerosas protestas de ciudadanos indignados horas después del sangriento desenlace del asalto.
"Desde la noche del lunes hemos recibido comunicaciones y protestas de todo tipo procedentes de varios sectores de la comunidad hongkonesa", dijo en una entrevista a la radio de Manila, añadiendo que intentó responder todas las llamadas y explicarles "que nosotros también estamos tristes con este incidente".
Pese a la indignación, aseguró, no hubo amenazas contra las decenas de miles de filipinos que trabajan y viven en la antigua colonia británica.