SANTIAGO.- A pocas semanas de haberse jubilado, el ex magistrado de la Corte de Apelaciones Juan Guzmán vuelve a sorprender a la clase política nacional con una reveladora entrevista concedida al diario español El País.
En este reportaje, el juez acusa al presidente de la Democracia Cristiana, Adolfo Zaldívar de haber ejercido presiones para evitar el procesamiento del general Sergio Arellano Stark.
"Las presiones fueron intensas durante casi todo mi trabajo. Primero recibí una serie de recomendaciones en torno a la figura del general Sergio Arellano Stark, a quien yo estaba por procesar, en 1999, en el caso Caravana de la Muerte por 75 crímenes.
El senador Adolfo Zaldívar, actual presidente de la DC, intentó persuadirme con los argumentos de que Arellano era muy católico y de que se trataba de un hombre honorable... Adolfo Zaldívar trafica con influencias", declara el ex magistrado.
Además asegura que Zaldívar le dijo que Arellano, conocido como El Lobo, no podía estar implicado en los delitos que el juez le estaba imputando. "Me explicó que según la jurisprudencia de la Corte Suprema, la ley de Amnistía cubría las acciones de Arellano".
A continuación detalla que para presionarlo, el senador fue dos veces a su casa e incluso trató de ir en una tercera ocasión en compañía del entonces senador Enrique Krauss, pero finalmente no acudió.
"La Corte Suprema debería pedir perdón"
Guzmán agrega que diversos miembros del Poder Judicial, del Gobierno y del Ejército lo presionaron para que archivara el caso de Augusto Pinochet o simplemente respetara la impunidad del ex gobernante.
Sindica por ejemplo al ex jefe del Estado Mayor del Ejército, Patricio Chacón, al general Ricardo Izurieta, al ex ministro del Interior del Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Carlos Figueroa y al jefe de gabinete del ex ministro de Justicia José Antonio Gómez, Luis Horacio Rojas, como personeros que intentaron intervenir para mantener intocable al general (r).
Por otro lado, vuelve a acusar a la Corte Suprema de haber amparado los crímenes de la dictadura y afirma que el máximo tribunal debería pedir perdón a todos los chilenos por haber protegido a los militares que violaron los derechos humanos.
A juicio de Guzmán fue el arresto de Pinochet lo que ayudó a internacionalizar el caso y aumentó el espíritu de justicia en Chile.
El abogado comenta que cuando lo nombraron para resolver sobre la primera querella contra el ex mandatario, la "gente de derecha, los duros del Ejército y la Corte Suprema" estaban confiados en que si esos temas estaban en sus manos no iba a pasar nada. Sin embargo, no sólo decidió comenzar la investigación, sino llegar hasta el final en los procesamientos.
Así para encausar, entre otros, al jefe de la DINA, Manuel Contreras, a Sergio Arellano Stark y al mismo Pinochet tuvo que hacer una "interpretación jurídica creativa", estableciendo la figura del "secuestro permanente" que no estaba cubierta por la ley de Amnistía.
"Pinochet fingía presunta demencia"
Por último, afirma que el ex gobernante y sus abogados siempre utilizaron el tema de la salud mental para escabullirse de la justicia. El juez sostiene en la entrevista que en una ocasión él mismo pudo comprobar que el general (r) estaba bastante bien y que todo lo demás era "fingimiento".
"Una vez en su casa en La Dehesa, llego y me atienden él y sus letrados. Pinochet hace un gran esfuerzo para ponerse de pie. Su abogado. Miguel Schweizer le dice: 'No, señor presidente, no se mueva, por favor'. El otro abogado, el coronel retirado, Gustavo Collao, le insiste: 'Mi general, quédese sentado'. Exageraban. Terminada la declaración, pasamos al comedor. Y entonces veo a Pinochet en el cuarto de al lado caminar bastante rápido y con agilidad", recuerda el ex juez.
