Familiares de mineros: "Ellos pueden aguantar cuatro meses y más abajo"

COPIAPÓ.- "Me he mandado 18 días acá y no me voy. ¿Sabe por qué? Porque el Omar me debe plata y se la voy a cobrar cuando salga", cuenta entre carcajadas y al lado de una fogata Claudio Acevedo, el suegro de Omar Reygadas, uno de los 33 mineros atrapados en el fondo del yacimiento San José.

Son las dos de la mañana en el campamento "La Esperanza". Hace más de 12 horas que los familiares de los trabajadores leyeron el mensaje "Estamos bien en el refugio los 33", pero junto a los rescatistas no quieren dejar de celebrar por esas palabras que acabaron con la incertidumbre de tantos días. ¡Estaban vivos!

En el campamento, el que fue bautizado "Esperanza" por los mismos parientes, la actividad bulle en todas direcciones. Se cantan y bailan cuecas en un improvisado escenario, donde luego Paul Vásquez, "El Flaco", contará chistes picantes. Al mismo tiempo, voluntarios de una iglesia reparten huevos duros, mientras funcionarios municipales asan choripanes y tutos de pollo.

Y mientras algunos familiares prefieren la soledad para beber vino y reflexionar, el sacerdote Juan Barraza, de la iglesia San Vicente de Paul, de Caldera, dirige las oraciones en una carpa-comedor para agradecer a Dios por el milagro concedido.

Claro que entre tanta celebración, los familiares no se olvidan de lo que viene: una larga espera antes del rescate final, que podría demorar varios meses. Pero dicen que podrán soportarlo al igual que los mineros atrapados.

Sandro Rojas, hermano de Esteban Rojas, quien sobrevive en el fondo del yacimiento junto a tres parientes más (Paulo Rojas, Víctor Segovia y Ariel Ticona), confía en la resistencia y la experiencia de los trabajadores.

"Ellos pueden aguantar cuatro meses, y más, abajo", dice. "Ellos intuyen que el rescate final va a durar mucho, porque tienen experiencia en trabajos de mina. No les va a afectar cuando les digan que van a tener que esperar. Y si aguantaron 17 días con poca comida y agua, y sin noticias, ahora mejor van a estar".

Sergio Donoso, tío de Raúl Bustos, confía en que la ayuda sicológica que les van a prestar les permitirá no perder el control. "A los chiquillos les van a hablar sicólogos y siquiatras, sobre todo a los más jóvenes, que van a necesitar más ayuda".

"La ayuda que van a prestar los viejitos también es fundamental", apunta Alicia Ocaranza, pariente de Esteban y Paulo Rojas. "Se nota que los mineros más experimentados empezaron a liderar abajo al grupo y eso sirvió para mantenerlos unidos a todos".

El padre Barraza, por su parte, destaca el optimismo que se vive en el campamento como clave en el apoyo que necesitarán los mineros. "Saber que estaban vivos permitió a todos expresar muchas emociones contenidas. Fue como abrir una olla a presión y ahora todos dicen: no nos vamos sin ellos".