Tras el testimonio de su madre, María del Pilar Pérez pidió salir de la sala del tribunal. Se sintió descompensada y no volvió a su juicio oral.
Christian Zúñiga, El MercurioSANTIAGO.- Ante la atenta mirada de un público que seguía impactado cada una de sus palabras, la mamá de María del Pilar Pérez, de 80 años, confesó el profundo terror que siente hacia su hija, imputada por contratar a un supuesto sicario para asesinar al economista Diego Schmidt-Hebbel, a su ex esposo Francisco Zamorano, y a la pareja de éste, Héctor Arévalo.
"Es el dolor más grande de mi vida. Algo que me parece un sueño a veces, un dolor inmenso, una tristeza que uno lleva en el alma, imposible de describir. Hay que pasarlo para saber lo que se siente", confesó entre lágrimas María Aurelia López Castaña, quien, para no tener contacto visual con la imputada, exigió que ésta fuera tapada con un biombo mientras entregaba su testimonio.
De esta forma, la única persona que no podía ver a su madre era la propia Pilar Pérez, la cual aparentemente apenas podía soportar las duras palabras de su progenitora, quien incluso aseguró que "no sentía nada" por ella.
"Sentir odio sería sentir algo y no quiero sentir nada", dijo con la voz quebrada Aurelia López, quien explicó por qué exigió un biombo para no ver a su hija: "No quería verla y pensar que pagó para matar. Son sentimientos encontrados", añadió en la sala del tribunal a la que llegó apoyada de un bastón.
La mujer dijo que al morir su esposo, que dejó una considerable fortuna para repartir entre los miembros de la familia, el miedo por Pilar Pérez aumentó. "Me sentía mal. Incluso no salía a la calle para no encontrarme con ella, porque no sabía cómo iba a reaccionar. Le tenía miedo, hasta el día de hoy le tengo miedo".
Pese a ello, Aurelia López señaló que intentó poner fin a las fricciones que tenía su hija con el resto de la familia. "Yo busqué en todo momento que la repartición de la herencia del papá fuera buena para todos lados (son tres hijos). Pero ella no aceptaba nada y cada vez pedía más cosas. Yo fui cediendo, incluso quise darle un departamento totalmente íntegro (...) Pero no estaba conforme. Quería prácticamente sacarme todo, que yo no tuviera nada, por eso era una ambición desmedida".
Otro momento de alto impacto en el juicio, ocurrió cuando la mujer detalló una de las tantas agresiones en las que incurrió la arquitecta: "Ella un día a su hermana la quiso ahorcar. Le puso la mano al cuello, no supe porqué. Me dijo que era una allegada. Menos mal que llegó Agustín (Molina) a tiempo si no sé qué hubiera pasado".
Asimismo recordó el día en que el novio de su nieta fue asesinado en el departamento de calle Seminario. "Cuando murió Diego, yo estaba en el tercer piso mirando por la ventana. Sentí a mi hija y a Belén gritar 'están asaltando la casa' cuando vi un cuerpo abajo, era Diego. Llamé a una ambulancia y lo último que grité desde la entrada fue ¡no te vayas!".
A esa altura del testimonio, la denominada "Quintrala" no se sentía bien. Pidió salir de la sala, a lo que el tribunal accedió. Tras desaparecer tambaleando, su abogado señaló que no regresaría a la sala.