El Cairo. - Los amigos de Yussef Kamal siempre están bromeando con él, diciéndole que él en realidad no está casado, a pesar de tiene una esposa desde hace 13 años y tiene dos hijos con ella.
"Ellos dicen que a sus ojos no estamos casados a menos que vivamos bajo el mismo techo y nos gritemos el uno al otro todos los días", dijo.
Sin embargo, Kamal comenta que desde que él y su esposa decidieron vivir por separado hace ocho años, se han convertido en "un perfecto matrimonio sano".
Las estadísticas del gobierno egipcio indican que la tasa de divorcios ha subido un ocho por ciento en los últimos dos años. Unos 83.000 matrimonios se divorcian cada año, según los datos oficiales.
Kamal y su esposa, sin embargo, no quieren entrar a engrosar esas listas. "Nosotros todavía nos queremos. Todavía queremos la familia que planificamos antes de casarnos", explicó. Aunque ambos son de familia egipcia, los dos han sido criados en el extranjero y decidieron asentarse en El Cairo para formar una familia. Sin embargo, con el paso de los años, Kamal contó que su mujer se hizo "más religiosa".
"Dejó de querer ir a fiestas y parecía que dejaba de tolerar mi actitud más bohemia hacia la vida", explicó.
Y así, Kamal y su esposa se han convertido en un "matrimonio de fin de semana", como un número creciente de egipcios.
Este arreglo es novedoso en el país. Aunque muchos musulmanes mantienen dos o más casas, donde viven cada una de sus esposas, hasta hace poco era insólito para un hombre con una sola esposa que viviese en otra casa.
A pesar de que son pocos en el país los que se pueden permitir el lujo, muchas parejas que están en los treinta o los cuarenta y en las que cada uno tiene un trabajo bien remunerado están haciendo lo mismo.
Amal Abdel-Salam, de 41 años, es una ejecutiva con un buen salario en una de las compañías de telecomunicaciones del país. Se casó hace dos años.
"Trabajo casi todo el día", dijo a dpa. "Yo sabía que apenas podría tener tiempo para ser una buena esposa, que pueda ocuparse de casa y de su marido. Pero también había invertido mucho en mi trabajo y no quería dejarlo perder", explicó.
Por ello, continuó, cuando su marido sugirió que vivieran por separado, Abdel-Salam dijo que estaba de acuerdo.
"Fue la solución mágica", dijo. "Podía mantener mi amor y mi carrera".
Ella comentó que se sorprendió cuando su marido le propuso la idea. Relató que se había comprometido varias veces antes pero ninguno de los que iban a ser su futuro marido estaban dispuestos a que ella trabajase demasiadas horas y llegase tarde a casa. Además, la idea de que ella viviese por su cuenta habría sido inimaginable para sus prometidos anteriores.
Su marido, Amr Naguib, de 42 años, había estado casado antes. "Aprendí mucho de mi anterior matrimonio", dijo. "Quería asegurarme que mi nuevo matrimonio duraría para siempre".
"Ahora me doy cuenta que no necesito una mujer que cocine y lave. A menudo como en la oficina y llevo mi ropa a la lavandería. Sólo necesito saber que alguien se preocupa por mí, sin importar dónde vive", explicó a dpa.
El estrés diario de la vida en El Cairo repercutió negativamente en su matrimonio anterior. "Toda nuestra vida se consumía con asuntos triviales que no dejaban espacio para la esencia real del matrimonio", dijo.
Murad Abdallah, de 35 años, intenta convencer a su novia, Maha, de que se casen pero que cada uno viva en una casa diferente. Comenta que comenzó a preocuparse cuando sus amigos casados, medio en broma, le dijeron que en "cada casa, hay un divorcio en ciernes".
"Me impresionó el número de parejas que conozco y que se están divorciando, incluso después de una gran historia de amor", dijo.
Es por ello que cuando uno de sus amigos, que se casó hace dos años, le propuso la idea, Abdallah consideró que sería lo apropiado para asegurar el éxito de su matrimonio.
"Conversé el tema con mi prometida pero ella se resiste. Ella cree que el verdadero matrimonio es cuando dos personas están bajo el mismo techo. Voy a intentar convencerla de que el verdadero matrimonio es el que dura", insistió.
