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Hábitos y rutinas: La importancia de los dos primeros años de vida

El sueño, la alimentación y la higiene son los pilares de una vida saludable.

10 de Marzo de 2011 | 10:06 | Por M. Francisca Prieto, Emol
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AP
"Duerme bien durante el día, pero en la noche se despierta cada dos horas", "sólo quiere comer arroz con huevo" o "no hay caso de que pueda hacer que se bañe todas las noches", son inquietudes comunes planteadas por las madres a los pediatras cuando visitan sus consultas en los primeros años de vida de sus hijos. Y todas tienen que ver con una realidad básica: la educación de hábitos y rutinas.

Eso sí es importante resaltar que esta formación debe realizarse en una etapa clave del desarrollo de los niños, y no cuando ellos o sus padres lo estimen conveniente. Según el pediatra Pedro Barreda, la atención debe ser puesta en los dos primeros años de vida, ya que en ese período el cerebro es plástico y se desarrolla más que en cualquier otro momento de la vida. "Es la mejor edad para enseñar, recuperar o reforzar hábitos perdidos", afirma.

Pero, ¿por qué es tan importante establecer hábitos y rutinas en los niños? "Es una inversión en salud para toda la vida", sostiene el especialista. "Podemos obtener un niño con alta autoestima, confianza, respeto, entusiasmo, decisión y seguridad, es decir, todos los aspectos relacionados con inteligencia cognitiva y emocional", agrega.

Tres son los hábitos más importantes: el sueño, la alimentación y la higiene. Ellos son considerados como los pilares de una vida saludable. Por esta razón, durante un taller sobre el tema organizado por Pampers, el doctor Barreda entregó algunas claves para saber educarlos. Aquí están:

El sueño

Un descanso reparador es fundamental para el desarrollo de los niños. Por eso, dormir bien es una necesidad para ellos. Sin embargo, la cantidad de horas requeridas por cada uno depende de la edad. Así, hasta los tres meses los pequeños dedican la mayor parte de su tiempo a dormir. Luego, hasta los seis meses, la cantidad de horas de sueño durante el día se reduce y por la noche son capaces de descansar entre ocho y 10 horas. Desde los nueve y hasta los 24 meses el sueño diurno se vuelve más frágil, en tanto que el nocturno se puede extender hasta por 12 horas. Hasta los cinco años, los niños están despiertos durante la mitad del día. Después, durante el resto de la infancia y hasta la adolescencia, el sueño ocupa el 40% del día.

Para que la formación del hábito de dormir sea un proceso exitoso, Pedro Barreda entrega seis consejos:

1.- Establecer horarios fijos: tanto en la noche como para la siesta.

2.- Vestirlos con ropa adecuada: pijama cómodo y abrigado, pero en su justa medida.

3.- Usar pañales suaves y cómodos: que mantengan la humedad lejos de la piel del niño y no interrumpa su buen dormir.

4.- Abrigarlos con la ropa de cama necesaria: ni mucha ni poca, para que el niño no sienta calor ni frío durante la noche.

5.- Contar con un ambiente adecuado: cantidad de luz y ruido suficientes para que no los despierten.

6.- Bañarlos antes de acostarlos: ayuda a los niños a relajarse.

La alimentación

Al igual que dormir, comer es una necesidad ineludible del ser humano. Sin embargo, hay que aprender a hacerlo. Para tener éxito, el pediatra sugiere:

1.- Establecer horarios fijos: acostumbrar al cuerpo y limitar el "picoteo".

2.- Planear las comidas: diseñar un menú equilibrado y completo.

3.- Compartir al menos una comida familiar: en ellas los padres se pueden convertir en modelo de hábitos para sus hijos.

4.- Incluir frutas, verduras y proteínas: se recomienda evitar la sal y el azúcar.

5.- Hacer comidas originales y apetecibles: la monotonía produce insatisfacción.

6.- Comer sentados y sin apuros: lo ideal es siempre sea una persona la que alimente al niño. Si éste no quiere comer, no hay que forzarlo.

La higiene

La limpieza del cuerpo es siempre importante y debe comenzar desde el nacimiento, primero utilizando lociones suaves en lugar de agua y jabón. Posteriormente pueden escogerse jabones de pH neutro y productos que estén libres de perfumes o sustancias irritantes. Asimismo, no hay que descuidar la hidratación de la piel de los pequeños, para lo cual las cremas y geles resultan muy convenientes, eso sí siempre teniendo en cuenta el tipo de piel que tenga el niño.

"El primer baño debe ser una verdadera fiesta", resalta el doctor Barreda. Por esta razón, el especialista aconseja que en él participen la mayor cantidad de miembros de la familia posible: padres, hermanos e incluso abuelos. De ahí en adelante la frecuencia de los baños debería ser a diario -siempre y cuando los padres puedan hacerlo- e idealmente antes de dormir.

¿Cómo debe ser un buen aseo en los bebés? Las recomendaciones son:

1.- Ojos: usar gasas empapadas en agua tibia, una por cada ojo. Se limpian desde el extremo hacia el lagrimal.

2.- Orejas: por atrás deben usarse gasas húmedas o varillas de algodón. Éstas nunca deben introducirse en los oídos, ya que pueden perforar el tímpano.

3.- Nariz: las mucosidades deben retirarse con gasas húmedas.

4.- Rostro: para eliminar restos de saliva o leche, utilizar gasas y no algodón, ya que las hebras de éste más es lo que molestan que lo que ayudan.

5.- Uñas: cortárselas con frecuencia para que no se rasguñen. Es preferible hacerlo cuando están durmiendo.

6.- Manos: pasarles gasa húmeda por el dorso, pliegues y entre los dedos, para extraer lo que se haya acumulado.

7.- Genitales: en el caso de las niñas pasar una gasa o toallita húmeda siempre de delante hacia atrás. En el caso de los hombres lavar bien los pliegues de los muslos, la base de los genitales y el pene. No se debe recoger la piel del prepucio para no dañar el tejido.

En el caso de los niños más grandes, un consejo útil es que la higiene se transforme en una actividad lúdica, algo atractivo y no una imposición. Sin embargo, como todo hábito, los padres deben procurar que las acciones de limpieza (lavarse los dientes, peinarse, etc.) tengan un horario fijo dentro del día, de manera que los pequeños se acostumbren a realizarlas.

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