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Claudia Sarrazín: El adolescente y sus dificultades en el campo de las habilidades sociales

La psicóloga afirma que las redes sociales están dificultando que los jóvenes tengan relaciones reales, cara a cara, por lo que expresan menos empatía por el otro. Agrega que los padres deben mantener los límites.

22 de Septiembre de 2011 | 08:32 | Por María José Errázuriz L.
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La Organización Mundial de la Salud redifinió hace algunos años la adolescencia estableciendo que ésta se extiende entre los 11 y 29 años, cuestión que a muchos podría sorprender e incluso desconcertar. ¿Cómo se puede ser adolescente a los 29? sería la pregunta de rigor.


Esa es la realidad que viven las actuales generaciones, y es a la que se tienen que adaptar los padres qué siguen cuestionándose la manera de conducir a sus hijos en esa compleja etapa de la vida. Y las recomendaciones siguen siendo las mismas de antes: mantener con ellos vínculos cercanos porque, aunque no lo reconozcan, necesitan contención.


 La psicóloga Claudia Sarrazín, miembro del Instituto Chileno de Terapia Familiar, abordará la relación familia-adolescentes en un seminario organizado por el Centro de Espiritualidad Ignaciana, CEI, el próximo lunes 26. En la oportunidad dará luces sobre estos nuevos adolescentes, que se distinguen de los de generaciones pasadas, porque son menos conscientes de las consecuencias de sus acciones, o sea, expresan mucho menos empatía.


A esto se suma, que los padres actuales tienden a perdonarles todo demasiado pronto, es decir, viven resolviéndoles sus conflictos sin hacerlos responsables.

-¿Qué ha significado la ampliación del rango de la adolescencia hasta los 29?
“Como definición la adolescencia es la transición entre la infancia y la adultez. El adulto es la persona que ya definió su carrera profesional, su futuro laboral, tiene encaminada su relación de pareja, ya piensa en vivir fuera de la casa de sus padres y en un trabajo que le mantenga. A la par, lo que se espera del adolescente es que logre diferenciarse de sus padres, para definir qué es lo que quiere continuar de su legado y qué no.
“Cuando consiguen lo anterior, se espera estar frente a un adulto. Ahora, hay jóvenes que a los 29 años no lo han conseguido”.

-¿Por qué no? ¿Por qué tuvimos que ampliar este rango?
“Por varias razones, entre ellas que se alargaron los procesos educacionales; antes en cinco años de universidad se terminaba y ahora todo se estira a más de 7 con los magíster y así. También tiene que ver con las comodidades económicas que ha alcanzado el país que permite mantener a los hijos sin trabajar ya que no existe la urgencia de que lo hagan. Y como hemos cambiado el modo de ser de padres, buscando cercanía y familias aglutinadas, cuesta más que un joven salga de ahí. Ya no tenemos una crianza tan restrictiva, tan autoritaria como antes, lo que hace que el ambiente se haga más grato y confortable y el adolescente se queda”.

-¿Es bueno que tengamos un adolescente hasta los 29 años? Como que se les acorta la vida.
“Hasta los 29 probablemente no, quizás se ha quedado pegado y le está costando salir, pero hasta los 25 años, creo que sí. Es mejor porque se les dan más posibilidades de desarrollarse, de madurar. Me cuesta entender a la gente que partía su vida de casado a los 18 años y de padres a los 20, con pocas posibilidades de desarrollarse como individuos primero, antes de darse a otros. Si les damos un poco más de tiempo puede ser bueno, pero es evidente que a los 29 se atrasa la llegada de los hijos y las sociedades se vayan achicando”.

-Un sinónimo de adolescencia es inmadurez. A algunos les cuesta ver a jóvenes de 25 con compartimientos que se esperaban en escolares.
“No sé si sinónimo de adolescencia sea inmadurez, creo que tiene que ver con los cambios, con la indefinición. El adolescente está siempre en búsqueda de nuevas experiencias, entonces, evidentemente si alarga ese período, no se define ni se centra. Sí son bastante egocéntricos, como característica, y mientras lo sean es difícil pensar que puedan ser personas a cargo de otros, con preocupaciones como los hijos”.

-Las relaciones familiares marcan la adolescencia y están llenas de conflictos. ¿Cuáles se han agudizado?
“Las relaciones familiares son fundamentales en todo desarrollo humano. En la adolescencia algunas cosas se transforman en conflicto porque a cada una de las partes les cuesta adaptarse al miembro que está cambiando. Los conflictos que se ven son opuestos; el primero es el aislamiento y desconexión que sienten los jóvenes, donde expresan que nadie los entiende. El segundo, es el sobreinvolucramiento en los problemas familiares donde se hacen cargo de cuestiones que son de responsabilidad parental. Hoy tenemos familias aglutinadas y desconectadas y en ambas el adolescente vive la problemática.
“Todos los adolescentes sienten ser incomprendidos; ahora, en algunos sectores se ha agudizado más el aislamiento porque los padres trabajan más. En el otro polo, estamos generando una familia muy conectada que no permite la salida y diferenciación del joven”.

-¿El exceso de erotización qué desafíos ha implicando?
“El exceso de erotización genera que los jóvenes empiecen antes a tener vida sexual activa y eso implica desafíos porque se espera que esto vaya acompañado de una madurez del adolescente. Si no está eso bien desarrollado puede ser un problema que genere dificultades futuras.
“La iniciación sexual está adelantada porque los adolescentes se están emparejando más tarde; antes a los 18 estaban casados. Esto es lo que complica las cosas”.

-La exposición a los medios y redes sociales, ¿qué cambios han significado?
“Toda novedad es buena y mala. Estar conectados con el mundo es extremadamente positivo, están asociados a otros países y culturas, pero por otro lado, a los jóvenes les cuesta establecer relaciones estables, duraderas y las que están generando son por internet con lo que se pierden la relación cara a cara. Esto sí es un gran problema, porque les cuesta mucho relacionarse realmente, en persona. Pierden las claves, en el computador no muestran realmente quienes son, son más superficiales”.

-¿Qué efectos negativos ha tenido esto?
“Bueno, es no saber establecer relaciones reales. Muchos pololeos se terminan hoy por internet, lo que significa que no están siendo capaces de enfrentar al otro, poner la cara. Así, el mundo les es menos exigente y eso significa que no asumen las consecuencias de sus actos. Actúan sin entender lo que están haciendo y lo que le pasa al otro”.

-¿Tenemos adolescentes con más dificultades para enfrentar la frustración?
“Con menos empatía, por lo menos. Tienen menos capacidad de ver qué le pasa al otro con lo que se dice. Se frustran igual que antes, pero con muchas más dificultades en sus habilidades sociales, en ser asertivos, en ver lo que le pasa al otro”.

-Respecto de los padres, ¿qué pautas de crianza no debieran olvidar?
“Es fundamental esto. Siento que los padres tienen que mantener los vínculos cercanos, porque mientras las relaciones estén bien puestas todos los otros problemas pueden solucionarse. Los límites, también, deben seguir siendo claros, sin llegar a extremar su control; no debe hacer un sobrecontrol, sino un vínculo con límites y cercano de manera que pueda promover la autonomía de los adolescentes. Si somos extremadamente cariñosos y apegados, no promovemos su independencia para que se batan con sus propias alas y necesitan seguridad”.

-¿El problema de los padres es que ha cambiado el modelo de autoridad?
“Sí, ha ido cambiado, pero no sé si es un problema. El modelo antiguo no era tan bueno, era muy autoritario. Hoy, algunos se fueron al extremo, que dejan que todo lo prueben y experimenten cuando hay que tener presente que no se deben dejar los límites. Los adolescentes los necesitan, los están probando, están pidiendo cuerda, pero no quieren que los dejen irse. Necesitan contención, seguridad y cierta autonomía”.

-Los adolescentes están siempre probando límites. ¿Se ha agudizado esa conducta? ¿Asumen conductas más riesgosas con el alcohol, las drogas?
“Creo que no, son otras las formas, son los mismos problemas. Uno de los riesgos es que nos quedamos mirando sólo eso, el lado feo de los adolescentes cuando hay tantos que tienen conductas muy positivas hacia la sociedad.
“Tal vez nuestros abuelos no tenían las condiciones que tienen ellos ahora como autos súper poderosos para chocar o droga tan a la mano, pero alcohol tenían y mucho y también tomaban en exceso. Tal vez las conductas de riesgo eran distintas, pero sigue siendo una conducta propia del adolescente el probar límites. Antes tenían padres más autoritarios y tal vez, algunos, se frustraron más, pero hay que permitir cierto estiramiento de la cuerda”.


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