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María José Poblete: Una escritora novel que necesitó hablar de la falta de diversidad en la sociedad

Abogada radicada en París, lanza esta semana “El desvelo” en Alfaguara. Aquí cuenta sobre el proceso de escribir una primera novela y la vulnerabilidad que implica estar ahora en manos de la crítica.

06 de Octubre de 2011 | 08:47 | Por María José Errázuriz L.
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Se recibió de abogado en la Universidad de Chile y trabajó como tal aquí y en Francia, país en el que revalidó su título. Sin embargo algo muy profundo le decía que tenía que abandonar todo y sentarse a escribir.


Desde pequeña los cuentos, relatos e historias eran parte de su quehacer diario, aunque nunca fueron hechos públicos. La fuerza era tan grande que entre medio de sus obligaciones cotidianas se dio tiempo para asistir a varios talleres literarios, como el de Ana María Güiraldes.


María José Poblete, 35 años, casada, un hijo y otro en camino, está hoy al final de la recta. Su primera novela, “El desvelo” acaba de ser publicada por Alfaguara bajo el sello Suma y espera la voz de la crítica y el público. En el proceso, ella ha aprendido de vulnerabilidad, ansiedad y perseverancia.


Nació en Canadá, pero la verdad es que vivió toda su infancia y adolescencia en Chile itinerando por diversas ciudades debido al trabajo de su padre. Ya en la universidad partió a Estados Unidos a estudiar algún tiempo, y una vez recibida de abogada, se trasladó a París, donde vive desde hace 8 años.


Quizás el conocer tantos mundos fue determinante en su vocación literaria y, probablemente, explique el mundo de dolores, realidades contrapuestas, hipocresías y sectarismo que presenta en su primer libro. “El desvelo” cuenta la historia de una familia desmembrada por las partidas, los suicidios, las diferencias de clases y el doble estándar que generan en sus personajes actitudes de resignación o rebeldía.

-¿En qué momento se cruza la literatura en tu vida?
“Tengo la impresión de haber escrito desde chica, era como una práctica habitual –las cosas que escribí en Panimávida ya no las leo porque me da vergüenza- y en la adolescencia me dediqué a la poesía. Nadie leía eso, pero después me metí a talleres porque quería darle cuerpo”.

-Estuviste muchos años dedicada a la abogacía. ¿Cuándo resolviste ponerte a escribir para publicar?
“Ya en Francia, después de dar el examen de grado, sentí que tenía que darle consistencia a mi vida. Sabía que escribir nunca me había dejado de apasionar, pero no sabía cómo hacerlo. Entonces me dije ‘hay que hacer el intento y para ello tengo que escribir una novela’. Dejé todo y resolví existir escribiendo.
“No digo que el derecho esté muerto y enterrado, pero, al final, la literatura se hubiera impuesto igual”.

-¿Tenías el tema?
“En la adolescencia, en los 20, mis temas eran más las cosas como físicas, sensoriales, pero desde hace un tiempo, mis temas pasan por la visión del otro, la división del mundo en blanco y negro por algunos, la no existencia de un abanico de opciones. La falta de matices en la sociedad es algo que me vuelve loca y “El desvelo” busca contar esa falta de pluralismo y diversidad”.

-¿Debe ser difícil tomar la decisión de dejar todo y dedicarse a escribir sin saber cuál será el resultado? ¿Qué genera?
“Es atroz, súper difícil. Yo había tomado la decisión de dejar el derecho o por lo menos, ponerlo en pausa antes. Pasé un año pensando en qué podía trabajar, pensando en vincular Latinoamérica con Europa, pero al final tomé la decisión de escribir. Y eso fue angustiante porque fue algo muy testarudo”.

-¿Alguien te había dicho antes, en algún taller, que tenías pasta de escritora?
“No, esto fue un camino bien en solitario, salvo mi familia que sabe que esto me mueve desde siempre y encontraron que la decisión tenía mucho sentido. Cuando tomé la decisión de ponerme a escribir también fue como un alivio porque por fin estaba haciendo algo que me hacía sentir coherente.
“No tenía claro nada hacia adelante, sólo sabía que tenía que intentarlo; esto tenía que ver con existir y eso pasaba por publicar”.

Después de un año sentada en su casa y en cafés de París, “El desvelo” tomó cuerpo. Entonces comenzó el peregrinaje por las casas editoriales de España. El proceso fue largo, mandó originales a todos los editores y agentes literarios que encontró en internet y planeó el plan A, plan B y plan C esperando respuesta. En España el no fue rotundo, los que se dignaron contestar simplemente le dijeron que no publicaban noveles (los que nunca han sido impresos).

Entones recurrió a una escritora chilena que ha sido publicada en distintos países y le preguntó cómo se hacía; ella le dijo que tenía que intentar directamente en Chile, que las opciones eran mayores para los noveles, porque eran muchos menos que los que postulaban en España. Y le resultó: los editores de Alfaguara leyeron su texto y lo calificaron de ‘una muy buena historia, que son difíciles de encontrar’.

-¿El plan C era autopublicarte?
“Ese era como el plan F (se ríe). Había pensado en editoriales más alternativas, en las más chicas... no sé, eran muchas las opciones”.

-Esta semana sale a la luz y ahora te vas a enfrentar al terror de los escritores, la crítica. ¿Qué expectativas tienes?
“No tengo, ninguna. El que me publiquen ya es un paso gigante, fue un espaldarazo inmenso a todo este proceso, al haberme tirado a la piscina. Me valida muchísimo, pero me siento vulnerable; siento que de un momento para otro la cosa más íntima que tengo que es escribir, se transforma en la más pública. Con esto la novela se independizó de mí, tiene su vida propia y la gente tiene derecho a que le cargue, le encante, que la encuentre pésimo o excelente.
“Creo que me van a importar mucho (las críticas), pero no sé....Me siento expuesta”.

-¿Qué tan determinantes van a ser en tu decisión de seguir escribiendo?
“Creo que no es determinante, de hecho, hace mucho rato estoy trabajando en la segunda, porque ha tomado mucho tiempo este proceso de publicación. Voy a seguir escribiendo pase lo que pase con la crítica, pero todo es tan desconocido para mí. La escritura no pasa por la crítica”.

-Pero sí que te vuelvan a publicar. O como sean tus ventas.
“En este último período, desde que la novela partió a imprenta, he pensado que no controlo nada. La novela ya se publicó, está en librerías y yo no controlo nada, ni el marketing, ni las críticas... lo otro sería volverme loca. Yo escribí una novela y tuve la suerte gigantesca que me la publicaran, pero hasta ahí no más llego, qué más voy a hacer. No me puedo obsesionar”.

-¿Si no te hubieran publicado, habrías seguido escribiendo?
“No me gusta entrar en los condicionales, es ciencia ficción. Yo partí pensando en que no me iban a publicar y que iba a tener que retroceder. No iba a dejar de escribir, pero tengo una familia; hoy publicar me permite validar el tiempo que pasé escribiendo y hoy esto es una prioridad en mi vida”.

-¿Publicada estás menos vulnerable?
“Por lo menos existo. No será lo mismo mandar un manuscrito y decir ‘ya tengo una novela publicada y aquí va la segunda’. Esto te da una validación y me permite enfrentar el medio de otra manera”.

-Enfrentas la segunda con mucha más tranquilidad.
“Me siento más tranquila porque hay menos ansiedad, pero por otra parte, el empezar a redactar me costó porque surgió la duda de cómo crear nuevos personajes que encuentren una voz y de si me iba resultar tan fluido como la primera. “Creo que en esta nueva novela las cosas son más exigente porque quiero hacer las cosas de otra manera”.


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