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La historia detrás de las tres mujeres de la paz

Dos liberianas y una yemení, las nuevas Nobel de la Paz

07 de Octubre de 2011 | 15:05 | Por Carola Frentzen y Anne-Béatrice Clasmann, AFP

ADDIS ADEBA/EL CAIRO.- Con el Nobel de la Paz concedido hoy por primera vez a tres mujeres en simultáneo, el Comité Nobel noruego reconoce especialmente el papel a menudo infravalorado de las mujeres en la solución de conflictos políticos y de las consecuencias de las guerras.


El galardón brinda a tres protagonistas de los movimientos democráticos en África y el mundo árabe la atención que merecen: se trata de la presidente liberiana, Ellen Johnson-Sirleaf, de 72 años, la activista Leymay Gbowee (39), también de Liberia, y Tawakkul Karman, de 32, una de las precursoras del movimiento de protestas yemení.


Las tres mujeres compartirán el premio y los diez millones de coronas suecas (casi 1,5 millones de dólares) con los que está dotado el Nobel de la Paz. Las liberianas y la yemení no se conocen y se verán por primera vez durante la ceremonia del 10 de diciembre.


El nombre de Karman fue hoy una sorpresa también para los expertos. Sorprendente resultó quizá para muchos también la edad de dos de las premiadas, que no llegan a los 40 años. Su labor, sin embargo, ha obtenido más resultados que el que consiguieron muchos activistas a lo largo de toda su vida.


Dos de las galardonadas proceden de Liberia, el Estado fundado por antiguos esclavos en la costa atlántica del África occidental cuyo nombre significa "país de la libertad". En su territorio, sin embargo, nadie pudo ser libre durante mucho tiempo.


Los crímenes contra la humanidad fueron pan de cada día durante casi 15 años bajo el régimen de Charles Taylor. El país estaba al borde del abismo cuando Johnson-Sirleaf asumió la presidencia en 2006 como la primera jefa de Estado mujer en África.


"Si tus sueños no te dan miedo, entonces no son suficientemente grandes", dijo alguna vez Johnson-Sirleaf, graduada de la universidad de Harvard. Soñaba en grande y actuaba como se esperaba de una "dama de hierro", como se le empezó a conocer.


Con integridad y una voluntad inquebrantable abordó la enorme tarea de reconstruir su país paso a paso. La reintegración de antiguos niños soldados fue una de las prioridad de la madre de cuatro hijos y abuela de ocho nietos.


Johnson-Sirleaf sabía de esas dificultades y empezó su mandato con las siguientes palabras: "Esto abre la puerta a mujeres en todo el continente. Y estoy orgullosa de ser la que abre la puerta". Después se entregó a la tarea de abrir otra puerta con su aporte sustancial a la Comisión de la Verdad y Reconciliación para superar las atrocidades de la historia liberiana.


En la comisión participó también Leymah Gbowee, nacida en 1972 también en Monrovia. Gbowee se había hecho ya un nombre como activista comprometida pese a su juventud. La activista con estudios en Estados Unidos se convirtió ya en 2001 en coordinadora de la organización "Woman in Peacebuilding". Un año después fundó también el movimiento "Women of Liberia Mass Action for Peace".


Gbowee animó a numerosas mujeres y madres a participar en las protestas pacíficas contra Taylor. Las manifestantes iban vestidas de blanco como símbolo de la paz.


Los derechos humanos, la democracia y la libertad de opinión fueron también los principios que movieron siempre a Tawakkul Karman. Algo aparentemente sencillo en otros lugares, la lucha por esos valores exigió sin embargo mucho valor a la periodista en Yemen.


La activista tuvo que hacer frente a fuertes hostilidades. El régimen de Ali Abdullah Saleh intentó silenciarla e islamistas radicales acusaron a la aguerrida madre de familia de animar a las mujeres a rebelarse contra sus maridos.


Ello, pese a que Karman es miembro del partido islamista, Al Islah, de vocación reformista. La nueva Nobel de la Paz, que fundó una asociación de periodistas en 2005, se quitó hace años el velo facial negro habitual en Yemen y muestra siempre su rostro enmarcado por un manto de colores.


Karman nació en 1979 en la provincia de Taiz. Su familia se mudó más adelante a Saná, donde terminó en 2000 sus estudios de política. Fue arrestada temporalmente ya en los primeros días de la revuelta yemení en enero de 2011, antes de que empezaran las grandes protestas. Pero ni ese episodio ni la violencia de las fuerzas gubernamentales la intimidaron.


"Llegará el día en el que los que violaron los derechos humanos tengan que pagar por lo que le han hecho a Yemen", dijo frente al diario "Yemen Times".


Para ella misma llegó hoy el día de recoger los frutos de su labor. Amigos que la conocen bien la ven sin embargo capaz de más, por ejemplo de asumir un papel de líder política tras un cambio de gobierno en su país.


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