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Desmienten los principales mitos sobre la felicidad

Tras estudiar cientos de investigaciones y probar decenas de teorías al respecto, una escritora revela aquellas falsas creencias que están impidiendo que seas feliz.

30 de Diciembre de 2011 | 13:20 | Emol
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El Mercurio
¿Por qué a veces parece que es tan difícil ser feliz? Por más que comience un nuevo año y las personas se preocupen de anotar sus propósitos, que generalmente tienen que ver con un cambio de actitud para alcanzar sus metas y sentirse mejor, algo sucede que la sensación de bienestar no es tan fácil de alcanzar.

Consciente de eso, Gretchen Rubin -abogada norteamericana que se convirtió en escritora, luego de darse cuenta de que lo que más quería era solo ser feliz-, se dedicó por un año a estudiar y aplicar en su vida los estudios que entregaban teorías de cómo sentirse mejor consigo misma, con el propósito de encontrar una respuesta más o menos definitiva de cómo acercarse a ese estado tan anhelado por la gente.

El resultado fue “The happiness project” un exitoso libro que propone distintas maneras de acercarse a la felicidad, para que cada persona estructure su propio proyecto para llegar a la meta.

Asimismo, Rubin cuenta con su propio blog en el que comparte sus conocimientos acerca del estudio de la felicidad y entrega semanalmente consejos para alcanzarla. Es ahí donde dio a conocer los diez mitos que pueden estar inconscientemente obstaculizando que llegues a ese estado de alegría plena que cada ser humano aspira tener. Estos son:

1.- La gente feliz es molesta y estúpida: La felicidad ha tenido mala fama, desde que se asocia su presencia permanente en una persona a la escasez intelectual. Pero lo cierto es que Rubin señala que los estudios confirman que inteligencia y estar alegres son condiciones totalmente independientes.

De hecho, “la gente encuentra a las personas felices mucho más agradables que las menos felices”, recuerda la autora.  Y agrega a las personas que van con una sonrisa y buena disposición por la vida, se las ve como más amables, cálidas, menos egoístas e incluso más atractivas físicamente.

“Las personas felices tienen más amigos y más apoyo social que las menos felices. En cuanto al matrimonio, les es más fácil obtenerlo, permanecer en él, y se sienten más satisfechos”, sostiene.

2.- La gente tiene un nivel establecido de felicidad, así que, sin importar lo que les suceda, siempre volverán a su estado alegre de costumbre: La creencia indica que la felicidad depende de factores genéticos que harán que cualquier cosa que suceda, para bien o para mal, exacerbará algún estado anímico de manera momentánea, pero que pronto se regresará a su nivel habitual.

Según Rubin, esto es falso, ya que, si bien cerca del 40 o 50% dependerá de la genética, existen eventos que modificarán la felicidad permanente que una persona puede tener.

Por ejemplo, es mucho más fácil adaptarse a un matrimonio que a la viudez, y claramente, los acontecimientos que se eligen para la vida o que suceden por accidente, sí afectarán la percepción de alegría que una persona tenga.

3.- Botar la ira alivia: ¿Quién no ha gritado contra la almohada o ha perdido más de algún artículo hogareño, en un arrebatado intento por sacar la rabia que sentía en un momento? Según explica la autora, y guiándose por los estudios, este tipo de actitudes más que ayudar, hacen sentir peor. La razón: los humanos, más que actuar según los sentimientos, sienten según los actos que realizan.

“Estudios muestran que incluso una sonrisa artificial, inducida, trae emociones más felices, y un experimento reciente sugiere que las personas que usan botox son menos propensas a la ira, porque no pueden hacer los gestos de enojo”, asegura Rubin.

El consejo en este caso sería, más que buscar un desahogo de la ira, buscar un acto que te permita encontrar el sentimiento que desearías tener.

4.- Siempre serás más feliz si buscas “lo mejor”: Según el libro de Barry Schwartz, “The paradox of choice”, existen dos tipos de personas que toman decisiones: los satisficers y los maximizers, y la diferencia entre ambos es que los primeros, hacen sus elecciones según encuentran lo que necesitan.

En cambio, los segundos examinan cada opción existente con tal de asegurarse de que obtendrán lo mejor de lo mejor.

Pero como indica Rubin, los estudios han demostrado que los satisficers son más felices, ya que gastan menos tiempo y energía, además de estar menos ansiosos por obtener el mejor resultado de su elección.

5.- Puedes subirte el ánimo dándote un gusto: En este punto, todo depende de qué “gusto” se esté hablando. Salir a caminar por la playa, tomar un baño de tina con burbujas o pedir hora para darse un masaje, son placeres más que aceptables cuando el ánimo anda bajo.

Pero puede suceder que en algún momento, esos “gustos” contemplen alcohol, cigarros, drogas u otras acciones autodestructivas que más que bienestar, solo supondrán una salida momentánea al dolor. Y probablemente empeoren el ánimo más tarde.

Rubin recuerda que tener calma y orden alrededor, traen la paz interna.

6.- El dinero no puede comprar la felicidad: Mito polémico. Pero aunque a algunos les cueste decirlo, la autora no duda en asegurar que, si bien el dinero no lo es todo, sí contribuye a la felicidad.

Es como la buena salud, dice Rubin, que no se aprecia hasta que escasea, y por eso en momentos de crisis financieras, la falta de renta deprime y estresa.

“Además, si se gasta sabiamente, el dinero puede ayudarte a aumentar tu felicidad”, agrega. Y con esto, da ejemplos como tener dinero para ir a ver a ese familiar o amigo que vive en otro país, o poder invitar a la mamá a una rica cena de agradecimiento por años de crianza.

A través del dinero, se pueden fomentar los vínculos sociales y por ende, atraer la felicidad.

7.- Hacer actos “al azar” de bondad, trae felicidad: Esto es mitad verdad, mitad mentira. Es cierto que los estudios han señalado que hacer actos “al azar” de bondad, como darle una flor a un desconocido, hacen que uno se sienta más feliz, creyendo que hizo ponerse contenta a otra persona. Pero he ahí el error.

Las investigaciones han informado que las personas que fueron el objeto del “azar” de bondad de otra, más que sentirse felices, sospecharon de los motivos por los que se les realizaba el acto bienintencionado.

Incluso, puede que se sientan con el compromiso de tener que retribuir la bondad con dinero o un esfuerzo que no tenían contemplado. Es por esto que Rubin recomienda que más que ir por la vida eligiendo personas en la calle a quien hacerles sonreír, es mejor ayudar a personas concretas de nuestro entorno, como, por ejemplo, al compañero de trabajo que necesita apurar ese informe para ir a su casa, al cumpleaños de su hijo.

8.- Serás feliz, tan pronto consigas eso que buscas: Muchas veces se cree que cuando logres ese trabajo, tengas un hijo, te cases, o compres esos zapatos que tanto quieres, serás feliz. Pero, como dice la autora, pocas veces la llegada a las metas impuestas hace tan feliz como se esperaba.

Entre las razones de esta situación están el que al llegar a un objetivo, se puede experimentar decepción o ansiedad al ver que aparece otra cima más que escalar.

Es por este motivo que la felicidad se debe buscar en el presente. Tal vez, más que en el logro de una meta, en el camino que se está desarrollando para llegar a ella.

9.- Pasar algún tiempo a solas te hará sentir mejor: No es poco común que cuando se está deprimido, uno se quiera encerrar en su casa y olvidarse del resto de la humanidad, al menos por un día. Pero lo cierto es que este tipo de comportamiento solo hará sentir peor.

“Conectar con otras  personas, incluso si no tienes ganas, es más probable que mejore tu ánimo, y esto se aplica incluso en los introvertidos”, comenta Rubin.

A eso, agrega que los investigadores han señalado que todas las actividades comunes diarias, como hacer el aseo, viajar o hacer ejercicio, se hacen con una mayor disposición y alegría cuando se está acompañado. La única excepción, fue el momento de orar.

10.- Y el mayor mito de todos, es egoísta tratar de ser feliz: Falso. Según los estudios revisados por Rubin, las personas felices son más propensas a ayudar en asuntos de caridad, solidarizar con la gente y se preocupan más por los problemas sociales, ya que están menos ocupadas pensando en sus conflictos personales.

Al contrario, las personas menos felices suelen estar aisladas emocionalmente, y se muestran constantemente a la defensiva. Y lo peor, explica la autora, es que sus sentimientos negativos son contagiosos.
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