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María José Domínguez: El "fenómeno Monopoly" o la inconciencia de endeudarse a los 18 años

La directora del Injuv apunta a que los jóvenes no le toman el peso al hecho de que están hipotecando su futuro. Llama a las empresas a asumir una real responsabilidad social en el tema, pero también a los padres a no delegar la suya.

18 de Junio de 2013 | 13:30 | Por María José Errázuriz L.
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La cifra impacta: un 30% de los jóvenes chilenos, entre 15 y 29 años, confiesa tener algún tipo de deuda en el sistema, muchas de ellas impagas. El porcentaje, sin embargo, se eleva a 50% en el grupo etario de 25 a 29 años, explicado, esencialmente por compromisos relacionados con estudios superiores o universitarios.

Los datos, recogidos en la última encuesta que el Instituto Nacional de la Juventud levantó, también señalan que esas deudas han sido contraídas, principalmente, en el retail (casas comerciales) y luego con los bancos y los créditos universitarios, en ese orden. Y van en aumento.

La directora del Injuv, la cientista política María José Domínguez, reconoce que la situación es preocupante, pero apunta a que el crédito en sí no debe ser demonizado y que claramente hay que atacar la “poca responsabilidad” con que los jóvenes asumen estos compromisos.

La profesional aclara que si hay jóvenes de 15 años endeudados es gracias a padres que les han entregado tarjetas adicionales, por lo que el compromiso no está a su nombre, pero esa realidad cambia radicalmente a partir de los 18, cuando ya son mayores de edad.


Sostiene, de paso, que es entendible que un joven se endeude por una carrera universitaria, pero no por un bien de consumo nada de productivo como sería una chaqueta de lujo o el celular top del momento.

-Estas cifras revelan que algo está mal en el sistema ya sea formativo y financiero.
“Sí, pero quisiera señalar que el crédito en sí no es malo porque permite financiar y acceder a bienes que de otra no podrían obtener. Hay que tener claro que los jóvenes están inmersos en un sistema de consumo donde las ofertas van desde recitales o productos del mundo tecnológico. Los jóvenes quieren acceder a ese mundo y mientras no tengan ingresos, el crédito se los permite.
“El crédito no me complica porque le da movilidad a la economía, lo que es un problema es la poca responsabilidad que hay detrás, la de los jóvenes al adquirirlo y de las empresas al darlo”.

-¿O sea, estamos frente a un mercado cruel que se aprovecha de la ignorancia?
“Sí, los jóvenes tienen un desconocimiento total de lo que firman y aunque se terminó la letra chica, siguen sin saber en qué se meten. Es un hecho que nadie lee lo que firma y nadie toma conciencia de que los pueden embargar o pasar a Dicom.
“Ahora, esto no quita la responsabilidad de las personas que compran bienes sin asumir esa responsabilidad; además, los padres muchas veces no tienen idea de en qué están sus hijos y se sorprenden. Y ojo, los padres ven que sus hijos llegan con bienes y no preguntan de dónde los sacaron”.

-Es decir, ¿todo el modelo está fallando?
“Bueno, los padres están ausentes porque trabajan para sostener a la familia, ya no existen comidas donde se daban conversaciones y transmitían valores. Si a esto le sumamos una sociedad donde prima la competencia, todo se acentúa. Las tarjetas se entregan sin ninguna garantía, entonces la posibilidad de ir escalando es muy rápida. Esto es preocupante porque se está saliendo de las manos para muchos; entran en el sistema de la bicicleta para pagar una deuda y asumen otra”.

-¿Se ha agravado esto porque los jóvenes no tienen conciencia de lo que implica caer en morosidad?
“Muchos de ellos no tienen ninguna conciencia de que pueden estar hipotecando su futuro inmediato, y muchos de ellos, la verdad, es que no tienen problemas para dormir en la noche. Lo ven en forma bastante más liviana la situación porque no están enfrentados, en el momento, al costo que significa tener una deuda, pero sí lo van a vivir cuando postulen a un trabajo y los dejan a un costado por los antecedentes financieros”.

-¿Puede haber algo de que ‘no importa no pagar’?
“Para los más chicos sí; insisto, no ven los costos futuros. Y muchos se quedan en pagar la cuota mínima, desconociendo que con eso sólo cubren los intereses. Al final, muchos padres terminan asumiendo la deuda, más cuando han asumido de avales”.

-Insisto en la crueldad de este sistema, porque los jóvenes más endeudados son de los sectores socioeconómicos medios y bajos.
“Es efectivo, porque los jóvenes de esos estratos ven en el crédito la forma de acceder a un bien que implica de paso, adquirir status. Una zapatilla para un joven es mucho más que una zapatilla, es reconocimiento social”.

-Las cosas están distorsionadas. Si los padres ya no cumplen un rol, la pregunta es ¿y dónde está el Estado?
“El Estado debe ser subsidiario, no puede tener un rol paternalista. Ahora, el rol del Estado es entregar las condiciones para educar y regular en el mercado, en lo que el Sernac Financiero ha sido un avance.
“Una de las medidas que se podría adoptar es posibilitar que las casas comerciales estén en línea de manera que se pueda saber cuál es la deuda en el retail y pensar dos veces antes de entregar otra tarjeta a ese joven. Ahora, para las casas comerciales es negocio tener clientes con deuda, pero que la paguen”.

-Las cifras dicen que esto va en aumento, ¿no es el momento de ponerle el cascabel al gato?
“El Injuv es partidario de que se masifiquen los cursos de educación financiera, que nosotros lo estamos haciendo en forma piloto. Antes había un curso de economía doméstica en los colegios y ahí está la base de todo.
“Pero, ojo, el rol de los padres no se puede desconocer y cualquiera sea las condiciones en que estén, no lo pueden delegar. No se puede descansar en el Estado y se debe enseñar desde pequeño el valor del dinero, que las cosas no son gratis, que tienen un precio y se debe pagar.
“Muchos jóvenes no toman conciencia de que la tarjeta de plástico no es plata que tienen ahorrada, sino crédito y algunos creen que es, casi, como jugar al Monopoly. Como no sacan el billete de su bolsillo creen que es una gift card”.

-Las empresas hablan mucho de responsabilidad social y esto es, precisamente, un tema de responsabilidad social.
“Sí, las empresas del retail deben avanzar en esto porque falta mucho. No se pueden quedar en la donación del vuelto. Hay que replantearse algunas cosas porque las tarjetas no van solas, las entregan acompañadas de dos entradas al cine, un minipimer, lo que las hace muy atractivas.
“Pero, independiente de todas las cosas que se puedan hacer por controlar esto, no le quitemos la responsabilidad a quienes en primer lugar deben asumirla, los jóvenes y sus padres”.

-¿Quién tiene la culpa, el chancho o el que le da el afrecho?
“Las culpas son compartidas. Vamos a tener que aprender a vivir en una sociedad de consumo y vamos a tener que asumir que a los jóvenes no se les puede coartar su derecho a acceder al crédito”.


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