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Mario Velasco: “Ojalá que mi hija no sea acosada por buitres de mi calaña”

Preocupado del dicho “como pecas, pagas”, quien fuera conocido como el “Vampiro de Monte Grande” y “Anfibio”, sabe que deberá proteger el corazón de su pequeña hija Julieta, hoy de dos años, de los malos amores. “Estaré ahí, cerca de ella, para que su adolescencia sea lo más normal… La escopeta está lista”, asegura.

22 de Enero de 2014 | 08:31 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Ignacio Izquierdo, El Mercurio.
“Siempre supe que Julieta iba a ser mujer”, dice Mario Velasco (34) sobre la hija que tuvo hace dos años y medio con la presentadora Carolina Mestrovic. Según comentó el conductor de “Secreto a voces” (Mega), cuando acompañó a su ex pareja a hacerse la ecografía, estaba seguro de que no sería nuevamente padre de un hombre -como lo fue de Matías, hace 16 años-. “Le dije al doctor que estaba seguro de que era niña, que no había ninguna opción de que fuera hombre. Él me dio una palmada en la espalda y me dijo: ‘Así es. Ahora vas a pagar todos tus pecados, amigo mío’”.

Muchos años han pasado desde que Mario (@maritovelasco), oriundo de Monte Grande, Valle del Elqui, se hizo conocido como el “Anfibio”, apodo que le dio su ex director Álex Hernández, cuando animaba “Yingo”, y luego de flirtear con una joven en un jacuzzi, se ganó la fama de no dejar títere con cabeza ni en la tierra ni en el agua. Y en su currículum amatorio, ya venía con el título de “Vampiro de Monte Grande”, entregado por Larry Moe para graficar su larga lista de conquistas (ya en ese entonces se mencionaba a Maite Orsini y Francisca García-Huidobro).

Cabe recordar que luego, Mestrovic y Orsini, incluso protagonizarían un noticioso momento, escalando las paredes del edificio donde vivía Velasco, antes de ser detenidas y apodadas las “Arañitas VIP”, en alusión al grupo de mujeres que solía escalar los balcones para entrar a robar a los departamentos de Santiago.

Pero bastantes años han pasado desde entonces. Después de convertirse en padre por segunda vez, de vivir una larga y profunda relación con la mamá de Julieta, y pasar de ser panelista a animador de su actual programa de farándula, Velasco asegura que las cosas han cambiado para él.

“Estoy soltero, disfrutando de un momento tranquilo en mi vida en ese aspecto; dedicado a ‘SAV’”, comenta. “Hace tiempo que cambié la discoteque por un asado con los amigos”.

-¿No eres de temer ahora que has vuelto a estar soltero?
“No, porque he madurado. Pero bueno, eso siempre está latente. Es como tener a tu angelito y a tu diablo siempre ahí. El que nace chicharra, muere cantando. Uno no puede desconocer sus raíces y a veces las ganas intrínsecas de atacar están. Pero estoy bastante más tranquilo, disfrutando hoy de otras cosas de la vida, de mis hijos, que me llenan. Lamentablemente, he madurado. Y digo ‘lamentablemente’, porque eso ha tenido directa relación con el paso del tiempo, con las arruguitas, las canitas, los signos físicos del envejecimiento”.

-Ser padre por segunda vez debe haber influido en la madurez también…
“Cien por ciento. Con los hijos fueron cambiando muchas de las costumbres que tenía en la vida. Matías vive en La Serena, pero trato de aprovechar las vacaciones para que viajemos juntos. Y con él y Julieta, me pasa que me dan ganas de acostarme temprano para disfrutar el tiempo con ellos”.

-Con respecto a tus hijos, hace un tiempo dijiste que te gustaría que Matías fuera como tú, pero jamás que Julieta pololeara con alguien como tú.
“(Ríe) Sí. Por Matías, lo digo porque me gustaría que fuera caballero, como yo lo he tratado de ser siempre con las mujeres. Es algo que pasa con los hijos hombre. Pero las mujeres son las princesas de uno. Ojalá que Julieta nunca tuviera pololo y si lo tiene, que sea un tipo bien ganso, muy estudioso, que le fuera increíble en la vida y no tenga mi personalidad”.

-Con la mano en el corazón, ¿fuiste muy cruel con tus parejas?
“Me ha tocado ser el cruel y que sean crueles conmigo. Pero así es como uno aprende. Si fuiste cruel y después te tocó alguien que no se portó bien contigo, terminas tomándole el peso a lo que es hacerle daño a una persona. Ver a alguien sufrir por culpa de uno es fome. A mí no me gusta y siempre he creído que no me hace más macho el que anden tres niñitas vueltas locas por uno y sufriendo”.

-O escalando las paredes para subir a tu departamento…
“Ese fue un momento complicado en mi vida, precisamente porque yo las quería mucho a las dos (Mestrovich y Orsini), y las vi en una situación que jamás pensé que podrían llegar. La prensa, en general, las expuso mucho y en contraparte, hablaban de este ‘galán’ por el que las mujeres se volvían locas y subían los edificios. Yo no soy así, esas cosas no me llenan”.

-Sabiendo cómo has sido, ¿qué consejo le darías a tu hija para su futuro amoroso?
“Que lo más importante en el amor es la voluntad, el poner de su parte, el darlo todo. Que su primer amor sea un amor lindo, puro, y eso tiene que venir de la mano con un niño –ojalá de su misma edad- que esté a la altura de eso. Pero finalmente eso uno no lo controla, y lo más seguro es que si le digo que no se fije en tal hombre, va a ser el primero que le va a encantar. Lo prohibido siempre es atractivo”.

-¿Tu principal preocupación es que no le rompan el corazón?
“(Piensa y ríe) No sé si el corazón, precisamente. Pero obvio, una desilusión amorosa marca mucho, sobre todo cuando eres niño. Y a uno, como padre, se le aprieta el pecho. Ves a tu niñita tan dulce, y te imaginas que en algún minuto puede ser acosada por buitres de la calaña de uno… Eso asusta. Pero está todo bien. Estaré ahí, cerca de ella, para que su adolescencia sea lo más normal… La escopeta está lista”.

-Y como ‘Anfibio’, como ‘Vampiro de Monte Grande’, ¿cómo has guiado a Matías con las conquistas?
“Esas cosas las vamos trabajando en el momento. Él me ve funcionar no más (ríe). No, fuera de broma, le trato de inculcar que tiene que ser un caballero, que a las mujeres les gusta que los hombres seamos así. Esa es la principal herramienta de seducción que uno le puede entregar a un hijo; que sepa que hay que tener detalles, como cortarle una flor o abrirle la puerta del auto. Uno nunca se debe olvidar que viene de una mujer”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Además de tener siempre un chocolate en el velador para comérmelo cuando me acuesto, está la hípica; es mi pasión. Lo que me gusta es que entras al Hipódromo y se te olvidan muchas cosas, porque estás en un mundo especial, donde todo gira en torno a los animales”.

-¿Tienes caballos?
“Sí, como cuatro que he comprado con amigos. Siempre los paso a ver y hablo con sus cuidadores; estoy atento de cómo han trabajado en la semana y así sé, más o menos, cómo van a estar para la carrera que se viene. Cuando vivía en Monte Grande ya tenía un caballo, que se llamaba Luke, por Luke Skywalker. Eso, además de una burra que se llamaba Perla. Los caballos son mi animal favorito. Son inteligentes, nobles, te transportan. Son muy especiales, lindos y fuertes”.

-¿Te deberían decir ‘Potro’?
“No, para eso está el ‘Potro’ (Iván) Cabrera. Yo llevo el ‘Anfibio’ con orgullo”.
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