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Marcelo Comparini: “Me gustaría haber sido más fiestero”

Nunca se creyó el cuento de salir en la tele, pero el conductor se arrepiente de no haberse divertido más con los reventones y las chiquillas en su época de gloria juvenil en los 80. Hoy, felizmente casado desde hace 20 años, asume que ya nada puede hacer por cambiar su pasado. “En la reencarnación siempre está la mano”, asegura.

04 de Junio de 2014 | 08:22 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Claudio Caiozzi, El Mercurio.
“Me gusta buscarle una vuelta distinta a lo que dice o hace todo el mundo”. Con esta frase, Marcelo Comparini (@Cumparini) resume en parte lo que han sido su trayectoria en tele y radio. Y en cierto sentido, al hacer memoria de su participación -partiendo por “Extra Jóvenes” (1987) y pasando por programas como “El triciclo”, “Plaza Italia”, y hoy lo que hace en el 13 C con “City Tour” y en Radio Oasis con “El Plan Perfecto” y “Canciones Cómplices”- no cuesta entender que tiene razón.

“Uno puede tener una mirada alternativa dentro de la masividad (…) En mi caso, desde chico hice el ejercicio de dar vuelta todo, buscar como un juego de palabras para todo, encontrar el humor, es mi forma de relacionarme con el planeta”, explica.

Es bastante reacio a dar entrevistas, y no tiene reparos en comentarlo durante ésta, pero muy a su estilo: de forma cordial y siempre asomándose una sonrisa apretada, como si quisiera ocultar que en realidad, está hablando en broma.

“Me gusta hacer las entrevistas, no darlas. Y la única razón por la que doy una es porque sé que debo devolver la mano de alguna forma, pero creo que el costo de que uno diga una tontera es mucho mayor que el beneficio de que te lean. Así que es mejor mantenerse calladito”, comenta.

Pero por más que prefiera el silencio, no ha dudado en revelar información suya tan curiosa, como el hecho de que encuentre ordinario decir “te amo”. “Es un tema más bien cultural y de mala costumbre, de uso de palabras raras, poco usuales”, dice al respecto.

-¿Raras?
“Claro. En las teleseries, la gente dice te amo. Pero en la vida real es como raro. Para mí ha sido difícil. Yo creo que en esta vida ya no lo dije”.

-¿Nunca lo has dicho ‘te amo’?
“No. Llevo casado veinte años y creo que mi señora no lo recibiría bien tampoco, sería raro. Si lo dijera, ya no sería la persona que ella conoció”.

-Qué raro que te cueste expresar las cosas, siendo alguien que trabaja en medios de comunicación.
“No sé, me he dado cuenta que lo más común en el mundo de la televisión es que haya gente que, al prenderse la cámara, muestran un personaje que no es el de todos los días. Hay más gente tímida que patuda. Hay un montón de patudos, pero ellos, en general, caen mal porque son demasiado atarantados. Pero yo tiendo a desconfiar de que la gente sea tal cual es en la televisión. Yo soy mucho más quitado de bulla de lo que la gente podría creer. Incluso en algunos momentos de mi vida, como cuando trabajaba en ‘Extra jóvenes’, que al tener menos edad se podría creer que fui más lanzado a la vida, yo era súper tranquilo”.

-¿Siempre fuiste cabro bueno?
“Sí, fome. Me encantaría volver atrás y haber sido más lanzado, más fiestero, agarrarme a todas las minas… Pero ya la cagué”.

-Igual, dicen que pololeaste con Katherine Salosny…
“Es verdad, pero ella se tiró encima de mí; yo no habría sido capaz. De hecho, fue mi primer pololeo así como serio. Y ella era como la mujer que todo el mundo quería. Pero yo nunca confié en mis condiciones, así que ni siquiera el haber podido estar -por un breve periodo- con ella, me convenció de que me la podía, raro igual. Por eso digo que debí haber tonteado más a esa edad. Ya no fue, pero en la reencarnación siempre está la mano”.

-Bueno, quitado de bulla y tímido, te has mantenido 27 años en televisión y radio.
“Son complementos en la vida de alguien que le gusta llamar la atención. Todo el que esté frente a una cámara es que le gusta ser el centro de mesa: ‘aquí estoy, mírenme’… No hay otro motivo para estar. El que no quiere llamar la atención no se mete a esto. También es un alimento para el ego”.

-No pareces alguien egocéntrico…
“Es un fenómeno que ocurre. Yo, desde chico, ocupé el humor como herramienta. Eso funciona en el curso, en la casa con la familia, en la playa con las señoritas, y uno termina siendo el simpático del grupo. De repente, de casualidad, descubrí que a través de un medio de comunicación, un montón de gente opinaba ‘oye, qué simpático este gallo’, y ahí está el tema. Ya lo dijo una vez Don Francisco: ‘El que alguien te diga ‘ah, me encanta cómo lo haces’, es una inyección de ego que luego va haciéndose como adictivo. Así encuentras personas como los de One Direction, que deben tener el ego muy alimentado, así como también hay tipos en el otro extremo de ellos, como yo”.

-¿Y qué pasa con las críticas?
“Son terribles y claro que afecta al ego que te digan que eres lo más fome que han escuchado en años. Pero bueno, vas viviendo con esa ambivalencia entre el elogio y la crítica todo el rato, y con el tiempo uno va curtiéndose un poco. Hasta el momento no me ha pasado, pero si viera un twitter de alguien diciendo que se cambió de radio porque soy lo más malo que hay, me molestaría mucho”.

-Tienes 51 años. ¿Qué haces para que no se te noten?
“La parte de imagen no lo manejo y hay cosas, en términos físicos que me hacen sentir viejo, como el fútbol; jugué toda mi vida y llegó un punto en que ya no podía hacer nada más que pegarle chuletas a los más jóvenes. Pero lo que sí puedo decir es que mi mente está detenida en el tiempo; sigo sintiendo lo mismo que a mis 23 años”.

-¿Qué sientes exactamente?
“Que aún me queda todo por hacer, inventar programas y cosas raras. Siempre me acuerdo de una entrevista que le hice a Rodrigo Jordan, cuando venía llegando de subir Everest y tenía unos 30 años. Ahí le dije qué terrible debe ser para alguien que se dedica subir cerros, llegar a la cima de la cumbre más alta a su edad, porque ¡qué queda después de eso! Pero él me dijo que siempre hay nuevas cosas y como ejemplo, me contó que a Jacques Cousteau empezó a hacer sus documentales después que le regalaron el ‘Caliypso’, y eso fue recién a sus 60 años. Eso me ha hecho mucho sentido, de que uno puede partir algo siempre sin importar la edad”.

-¿Y tienes metas?
“No. Prefiero dejarme llevar por el destino. Uno va tomando decisiones, pero son cosas que han ido apareciendo. A diferencia de gran parte de mis amigos, que son abogados o ingenieros, lo que yo hago es muy incierto. Eso tiene una parte mala, pero otra muy entretenida; que nos sabes lo que va a pasar. Hasta ahora he tenido suerte y me las he arreglado. Y eso también me ha ayudado a mantenerme con un espíritu joven, porque no me puedo achanchar”.

-Y te lo tomas súper bien, tomando en cuenta la mezcla de un trabajo incierto y tener cuatro hijos…
“Es que hay que tratar de no pensar en eso, esa es la clave”.

 -¿Cuál es tu vicio privado?
“La música. Es una mezcla entre vicio y trastorno obsesivo. Yo desde chico me entusiasmé con la música. Mi papá tenía una grabadora de cinta y me quedaba hasta tarde, grabando. Después, más grande, me gastaba toda mi plata comprando discos de forma obsesiva, porque si compraba uno de algún grupo, después tenía que comprar toda la discografía, sino, no me quedaba tranquilo y se me iba la vida en eso. Te hablo de una época en que era difícil tener todo ese material y los tenías que mandar a pedir afuera, algo que hoy es más fácil gracias a los torrent”.

-¿Qué has hecho con todos tus discos?
“Pasé todos los vinilos a compact y ya después a digital. Me acuerdo que tenía un mueble con unos cuatro mil cds, ordenados por abecedario para encontrarlos. A veces tendía a escuchar algunos más que otros, dejando a algunos discos desamparados. Así que me propuse escucharlos todos, sin repetir ninguno. Tenía tantos discos que cada tres años los terminada de escuchar todos”.
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