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Cómo secretar las 'hormonas del amor' en el parto y bloquear las negativas

No son las artificiales sino que se producen cuando las condiciones del parto son las adecuadas, fisiológicamente, hablando.

10 de Junio de 2014 | 09:10 | Francisca Vargas V.
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Ya no más partos naturales, humanizados ni clínicos, lo nuevo es tener partos ‘mamiferizados’.

Así como leyó, la propuesta es volver al origen y reconocer que somos mamíferos humanos, según afirma Macarena Mardones, doula y terapeuta que promueve el nacimiento gracias a las hormonas del amor.

“Estamos frente a un cambio de paradigma, que indica que lo vital es proteger a la madre en el parto, porque parir es un proceso involuntario, y para que nada lo inhiba e interfiera, más que dirigirlos, guiarlos o ayudarlos, hay que dejar que la naturaleza opere en total libertad”, afirma.

La experta explica que dar a luz no es solo respirar o mover la pelvis, sino un acto donde no cabe técnica alguna y sus razones no se basan en ninguna concepción hippie new age, sino en estudios científicos, que dan cuenta de que la fisiología de la mujer y el bebé requieren de mucha mayor atención de la que se le ha dado.

¿La razón? Simplemente hormonal.

Dice que para que un parto sea fácil y fluido, se necesita que el cuerpo solo genere las hormonas necesarias para el proceso y no que éste sea inducido ni programado por calendario del doctor, familia o razones externas a lo que ocurre en el cuerpo de la mujer y el nuevo bebe.

La corriente viene de Michel Odent, un prestigioso ginecólogo francés, pionero en la promoción del parto fisiológico, donde la estrella es la hormona “tímida del amor”, la oxitocina.

Es común la creencia que la oxitocina solamente era la responsable de las contracciones uterinas, dice Mardones, pero hoy se ha comprobado que tiene un efecto en el comportamiento, incluso se libera cuando nos enamoramos o se sostienen relaciones sexuales.

“Estamos aprendiendo que la naturaleza diseñó que en el momento del nacimiento se libera el pico más alto de oxitocina y se registra la capacidad de amar de un ser humano”, asegura.

En ese sentido, comenta que se ha comprobado que la falta de oxitocina puede tener consecuencias en la lactancia y hasta hay estudios, afirma, que han comprobado la incidencia de esto en casos de autismo o Asperger.

Macarena Mardones alerta que una investigación realizada por Odent detectó que el número de mujeres que está pudiendo tener sus bebés y expulsar a la placenta gracias a sus propias hormonas del amor se está acercando a cero.

“Este es un problema de salud pública y necesitamos cambiar la mentalidad y dejar de lado estos partos tan industrializados o mecanizados, donde no hay consciencia de las consecuencias en el futuro como humanidad estamos teniendo al alterar la forma en que nacemos, porque incluso en una cesárea puede haber mucha oxitocina”, sostiene.

Las hormonas necesarias

Hay varias hormonas fundamentales para que el tránsito de un bebé al exterior sea en las mejores condiciones, pero para liberarlas se necesita un entorno personal, social y hospitalario ideal.

Las principales que se liberan en la hipófisis, pituitaria e hipotálamo son la oxitocina y la melatonina y que, de paso, se produzca la inhibición neo cortical. ¿Qué sirve y qué las entorpece?

Acá va una lista para no perderse preparada por la experta en partos con amor, Macarena Mardones.

Oxitocina: Está relacionada con todas las facetas de la capacidad de amar, se libera en el útero, corazón, hígado, y en las estructuras arcaicas del cerebro encargadas de comandar el parto, y como es una hormona muy tímida se debe cuidar. Para ello, la mujer debe sentirse segura y no observada. No se le deben contar historias trágicas sobre partos dificultosos y sólo se debe estar ahí para cuidarla.

El parto debe ser un proceso íntimo y hoy este hecho se ha sociabilizado con muchas personas en la sala; es fundamental la privacidad, porque la oxitocina es tímida y si pensamos que esta hormona se hace presente en un orgasmo, es difícil creer que una mujer tenga un orgasmo con toda la familia al otro lado de la puerta.

Melatonina: Es común que los partos empiecen de noche, cuando se secreta la hormona del sueño, y eso indica que se necesita luz tenue, lo menos deslumbrante, en la sala de parto, porque con luz artificial fuerte no se puede liberar esta hormona.

Endorfinas: Son la anestesia natural del cuerpo y aumentan al inicio del parto, siendo necesarias para disminuir la percepción del dolor. Es también la causante, junto a la oxitocina, de la sensación de euforia y enamoramiento del bebé. Para que sea estimulada, se requiere que la madre esté relajada, segura, sin tensiones o preocupaciones.

Las innecesarias

Se debe lograr la inhibición neocortical o del neocórtex. Esto es vital para que el coctel de hormonas anterior se produzca y tiene que ver con nuestro racional; por eso se debe evitar que las personas presentes en el parto estimulen el cerebro pensante en el trabajo de parto.

Y para ello, la parturienta necesita silencio y un cierto aislamiento, intimidad y que no se sienta observada. No se le debe hablar, ni informar de la presión, temperatura; no hay que preguntarle sobre el peso antes de quedar embarazada o decirle cuántos centímetros está dilatada. Para esto también se requiere luz tenue y nada de estímulos visuales.

Adrenalina y cortisol: que son las hormonas del miedo y estrés. Para evitarla hay que hacer varias cosas, entre ellas, que el entorno no tenga actitudes que generen esa adrenalina.

También se necesita que la sala esté temperada con mucho calor en el ambiente, porque la temperatura de la futura mamá baja, tirita y si tiene frío, libera la adrenalina. Además, el bebé viene con 37º y necesita que la transición no sea tan hostil. Para esto, el ambiente y las personas que acompañen al parto deberán cuidar su ansiedad, miedo ni generar estrés en la madre.

Porque si se produce, habrá más dolor y la oxitocina, principalmente será inhibida. Aparte, disminuye el flujo sanguíneo al útero y por tanto, al bebé, produciendo, sufrimiento fetal. También altera los niveles de glucosa en la sangre, estrógenos y progesterona.
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