Esta frase es una de aquellas que constantemente repite el chef Gualtiero Marchesi (primer chef italiano que logró obtener las tres estrellas Michelin), a quien además admiro mucho; y coincidentemente, la misma frase me fue recordada hace unas semanas por la hija de una prima de mi padre (que vive actualmente en Italia), Mirella Mainardi.
Estoy absolutamente convencida de lo que señala Gualtiero; sólo que para que la ciencia se trasforme en arte es necesario agregarle un ingrediente esencial… la pasión por la cocina.
Y es que precisamente es la pasión por la cocina la que nos hace, a los cocineros, intentarlo una y otra vez.
No importa cuántas veces fallemos en una preparación; no importa cuántas veces nos equivoquemos, volvemos internarlo. Y, a veces, son precisamente aquellas “fallas” o “equivocaciones” las que terminan siendo servidas como como las mejores preparaciones del mundo.
Respecto del concepto de “arte”, debo decir que para los italianos este concepto no es tan amplio como para otras civilizaciones. En Italia el concepto de arte es una verdadera disciplina que puede hacer que un individuo entienda y se encuentre con sus propias raíces, raíces que pueden estar vinculadas incluso con la cocina.
Me identifico con éstas últimos: la cocina que me inspira hoy es precisamente aquella cocina que proviene de mis raíces italianas más sencillas, aquella cocina que con tan solo unos pocos ingredientes muy simples e incluso humildes, se podían preparar exquisiteces consideradas “arte”, las cuales además tenían la maravillosa misión de reunir a la familia en la mesa.
Soy una agradecida de Dios, una agradecida de la vida y una agradecida de poseer la pasión por la cocina que hace que preparaciones sencillas puedan ser consideradas por otros como arte.
Saludos, Silvana Bettati, chef ejecutivo de
Amicci Ristorante.
