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Nicolás Larraín: “No tengo miedo al ridículo”

El conductor radial, de tv y hoy entusiasta charlista de innovación, dice tener cero pudor, tanto que no le aproblema trabajar en los medios haciendo equipo con prácticamente toda su familia, y contar al aire sus problemas más personales, casi como una catarsis. La idea, explica, es no enrollarse por nada.

15 de Julio de 2014 | 15:24 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Sergio Alfonso López, El Mercurio
“Está entretenida mi vida ahora, está movida, está chora”, comenta un apurado Nicolás Larraín (@nicolaslarrain) en un local de comida en Vitacura, tras pedirnos disculpas por no poder quedarse mucho rato, ya que tiene que ir a buscar a uno de sus hijos al colegio.

Ronco, canoso y funcionando a mil por hora, el ex “CQC”, otrora “Chile Tuday” y, cómo olvidarlo con “Fresco y natural después del postre” –junto a Felipe Izquierdo y su hermano actor, Fernando Larraín-, este publicista busquilla de 49 años parece ser tal cual se lo ha visto en pantalla.

El tema que ande apurado es comprensible. Además de su programa en FM Tiempo, “Liberen a Nicolás”, está encantando haciendo un late, “Nico Late Show” en Canal Vive!, y ya desde hace tiempo ha admitido no negarse a casi ningún evento, sobre todo ahora que aún se encuentra pagando una deuda por un mal negocio con restaurantes, hecho que dio a conocer de forma algo exagerada en un docurreality transmitido el año 2012, donde se declaró hasta en quiebra motivado por el dramatismo mediático.

Hoy, junto con asegurar que el problema del dinero no era tan terrible, sí asume que no puede darse el gusto de darse un año sabático, ya que debe cumplir sus obligaciones monetarias, entre las que se encuentran mantener su familia, compuesta por su señora en segundas nupcias, la psicóloga Karen Eterovic, los 3 hijos de ella, los 3 de Nicolás, y el que tuvieron en común el año 2010. “Mi familia es lo que llaman ‘los tuyos, los míos y los nuestros’”, resume.

Pero sin duda, lo que lo tiene encantado de la vida son las charlas que desde hace un tiempo comenzó a dar por todo el país, “La vida cambió”, compartiendo gracias a la Corfo, cómo se desarrolla la innovación en el siglo XXI. “Mi idea es darles un palmetazo en la cabeza a la gente, diciéndoles que hoy el mundo –con la tecnología y la globalización-, está a sus pies., y que uno puede hacerlo todo. Mi mensaje lo he llevado a comunas muy pobres hasta a pechugones de todo tipo”, explica.

Lo motivado que está con este trabajo en particular es evidente. Basta comenzar a hablar de las charlas para que se explaye en cómo ha cambiado su forma de pensar desde que descubrió la innovación. “El siglo XX nos cagó la cabeza”, asegura muy a su modo.

“Nos dijeron que logrando la plata íbamos a ser felices, que matándonos trabajando, íbamos a lograr estar bien, pero hoy eso es al revés. Hay que ver qué nos llena primero y luego dedicarnos a eso. Lo dijo incluso Pellegrini: ‘Si trabajas en lo que te gusta, no es trabajo’, y empiezas a requerir menos cosas en tu vida. He estado en barrios muy pobres donde me alegan que claro, que yo no tengo los problemas económicos que ellos tienen, pero sí los tengo. Esta no es una filosofía barata, es una parada en la vida. Hay que salir a cumplir los sueños, pero con paciencia. Esto no se va a lograr en tres semanas, toma años, es una actitud en la vida”.

-Y tú, ¿eres feliz?
“Sí, pero estoy en proceso. Me metí en lo de los restaurantes y me fue súper mal. Por lo tanto, quedé un poquito ahogado y esa es una de las razones de por qué me meto en tanto proyecto. Tengo siete hijos chicos y no estoy en condiciones de darme un año sabático. Pero la innovación me ha ayudado a darme cuenta de lo feliz que soy. Y digo ‘feliz’ como una parada más que un estado. Hago la radio, el late y charlas de innovación... Me gustaría no tener la deuda que me quedó y claro que me gustaría estar viendo películas y leyendo libros todo el día, pero soy muy feliz”.

-El año pasado hiciste un docurreality donde se te veía preocupado, diciendo que necesitabas trabajar para “parar la olla” en tu casa.
“No me digas que lo viste que me da vergüenza. Acordamos decir en los diarios que estaba cagado y que necesitaba alimentar a mi familia, y mucha gente se asustó por lo grave que sonaba. En la calle me gritaban ‘¡buena, que estái cagado!’… Al principio andaba como nervioso y después caché que fue muy bueno. Si te fijas, en países como Estados Unidos el fracaso es muy bien valorado”.

-¿Cómo es eso?
“Por ejemplo, en enero me llamaron de un banco para decirme que hacían unas charlas con las pymes, que habían tenido a la Soledad Onetto animando, pero que este año querían algo distinto, a alguien que hubiera fracasado… Me terminaron contratando para 17 charlas y estoy recorriendo todo Chile con las pymes. Así que imagínate lo bueno que fue haber sincerado lo que pasó, además de ser catártico. Por eso en la radio cuento todo; me libero de la mitad de mis problemas”.

-Pero después te da vergüenza, como el docurreality…
“No, eso me da vergüenza porque soy atolondrado. No pensaba las cosas y llegaba y me lanzaba. Pero después me veía en la tele mostrando el examen de la próstata y para qué decir cómo exageré lo del problema de la deuda. En todo caso, ahí aprendí qué gente es pelotuda y cuál no lo es. Cuáles están interesadas en mí solo porque creían que era alguien exitoso y las que dejaron de llamar cuando supieron que me fue mal. Fue un laboratorio interesante el docurreality, pero no puedo volver a hacerlo. Estoy colapsado con el tiempo del late, la radio y las charlas. Además, toda esta cosa de la innovación me ha rallado. Ando a tres centímetros del suelo y he empezado a poner énfasis en lo importante”.

-¿En qué?
“En que las cosas son mágicas con sus efectos colaterales. Nunca sabemos cómo van a terminar. Gracias a este tema de la innovación partí en un programa de radio trabajando gratis, empecé a entrevistar gente y me entusiasmé, y hoy soy el ‘chico innovación’ para la Corfo y si ya hice mi trabajo en Rancagua, ayer me enteré que me gané el proyecto para hacerlo en Bío Bío. He recorrido todo Chile haciendo la charla y hago cosas que me copan; en la radio hago un programa que es el sueño del pibe, hablamos de lo que queremos, comemos al aire si queremos, hablo de todos mis problemas… Hago el late que es el sueño de la gente de la tele, ¡cuántos querrían eso! Estoy en una etapa feliz. Despierto haciendo cosas que me re calientan”.

“He aprendido muchas cosas en el último tiempo, como agarrarle el gusto a vivir sabiendo que nada es estable. En este momento estoy abrazando la incertidumbre. Yo, al igual que mucha gente que creció en el siglo XX, aprendí lo que me decían, que lo mejor era trabajar en un  banco, tener un sueldo estable y flujo a perpetuidad. Pero eso también es una cárcel en la que no te pasa nada. Al salir de ese sistema, puedes asustarte un poco, pensando cómo le comprarás el pan a tus hijos, pero tiene la gracia de tener un millón de oportunidades más, y todo está a nuestro alcance”.

-Con tantos hijos y trabajos, ¿cómo lo haces para no volverte loco entre tanto compromiso familiar y laboral?
“Es que sí, estoy vuelto loco. Pero si me preguntan, prefiero siempre ser papá y el tiempo que me queda dedicarlo al trabajo. Hago mucha vida de papá. Los llevo en la mañana al colegio, voy a las reuniones, a pastoral, corro para allá y para acá y me vuelvo loco. Pero mi vida es así y me gusta. Me siento un afortunado. Los niños llenan mucho, y hemos hecho una familia muy potente con mi mujer, entre los suyos, los míos y el nuestro. Los niños me dan energía para la pega”.

-Conocimos a tus hijos en el docurreality, y en el programa de radio a tu mamá. No pareces alguien con mucho pudor con la privacidad…
“Soy bastante extrovertido, no tengo pudor. No tengo miedo al ridículo ni al qué dirán. No ando preocupado de que encuentren que me visto todos los días con la misma ropa. No soy muy vanidoso, así que no me preocupo mucho”.

-Trabajar con la familia, ¿es una forma de compartir con todos ellos en medio de tu ajetreada vida?
“Tal cual. Ha terminado siendo así. . He trabajado con mi primo, Juan Cristobal Guarello, con mi hermano Fernando, con mi papá que luego falleció, con mi mamá y ahora estoy en la radio con mi otro hermano Pablo. Pero en el fondo, partió porque tenemos un humor interno familiar que termina siendo un chiste y al final es una manera de estar con ellos.
“En general, en mi familia somos muy relajados. Todo nos da lo mismo un poquito. No somos graves, no nos enroscamos, no pescamos mucho. Le echamos para delante. Si se quema este lugar no importa, continuaremos la entrevista en otra parte. La idea es no hacerse problema cuando las cosas no salen como uno quiere. Eso lo heredé de mi madre”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Mi obsesión es borrar mails y eso me implica confiar mucho en las otras personas, porque no guardo nada y a veces salgo perjudicado con eso. Mi otra obsesión es privilegiar siempre la familia. Trato de cambiar horarios de trabajo para cumplir con las reuniones de los niños y por eso hago todo rápido. Hay gente que prefiere planear las tomas de grabación, pero yo no. ¡Vamos, vamos (chasquea los dedos), que me pilla la máquina! Odio los perfeccionistas porque se demoran; prefiero lo eficiente”.
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