Amor narcótico

“Cometí el error más grande de mi vida al inyectarme heroína frente a ella. Soy más que culpable de todo lo que le está pasando (…) Yo arrastré a Amy a las drogas (…) Ahora tengo que dejarla para que salve su vida. No la estoy abandonando, lo hago por amor”, dijo el esposo de Amy Winehouse, Blake Fielder-Civil, a “News of the World”.

El amor quedó algo cuestionado cuando se dio a conocer la noticia de que el ex estudiante de gramática, quien no terminó sus estudios, le exigía cerca de 1.6 millones de dólares a la cantante británica para darle el divorcio y para comprometerse a no escribir un libro con los pormenores de un matrimonio que apenas tiene un año y medio de duración y en el que marido y mujer han debido vivir separados entre los ingresos a hospitales por sobredosis de drogas y el encarcelamiento de Fielder-Civil.

Se casaron un 18 de mayo de 2007, en Miami, según informó la revista “People”, al mes siguiente de que el joven de 23 años le entregara a Amy, de la misma edad, un anillo de diamantes.

Los excesos de sustancias de la cantante ya eran conocidos en Inglaterra, donde gozaba de la fama que su particular voz le ha traído, pero que aún no tenía el beneplácito mundial que vendría tras lanzar su segundo disco “Back to Black”.

Ya entonces sorprendían las declaraciones de la artista, quien comentaba lo violenta que se ponía cuando su marido consumía alcohol o cómo marido y mujer mataban el tiempo entre el crack y la heroína y

los cortes que se auto infringían, como parte de una relación que tenía a sus más cercanos con el alma en un hilo, esperando lo peor.

Los tatuajes del inglés -“Amy”, atrás de su oreja derecha y una sirena con el rostro de la cantante en su antebrazo derecho- y los de la artista –“Blake’s”, cerca de su corazón- parecen un juego de niños ante los cortes que se han hecho como tributo al otro.

En junio del año pasado, un periodista de la revista “Spin” quedó choqueado cuando, en plena entrevista, la cantante tomó un pedazo de un vaso roto para expresar la devoción a su marido, quien estaba presente, cortando su estómago para escribir: “I love Blake”.

Quizás fue una salvación para ambos que el joven ingresara a la cárcel, en noviembre del 2007, acusado de agredir a un hombre en un pub londinense y de luego haberle ofrecido dinero para que retirara la acusación y abandonara el país.

Mientras los lectores de la revista inglesa “Arena” elegían a Blake como “el peor marido de la historia”, una galardonada Amy agradecía a “mi encarcelado Blake” su apoyo, en plena ceremonia de los Grammy, evento al que la inglesa no puso asistir y tuvo que conformarse con recibir sus 5 premios vía satélite, porque Estados Unidos le negó la visa.