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Los cardenales celebran misa antes de caminar en procesión hacia la Capilla Sixtina para iniciar el cónclave.
Después de ingresar a la capilla, los cardenales juran sobre la Biblia, bajo pena de excomunión, guardar en secreto las deliberaciones.
La orden "Extra Omnes" indica que todos los que no participan de la elección deben salir. El camarlengo cierra la Capilla Sixtina y empieza la primera votación.
Bajo la inscripción "Elijo como Supremo Pontífice", cada uno de los cardenales electores escribe en la papeleta el nombre de su candidato papal preferido.
Cada elector se acerca al altar con la papeleta doblada sosteniéndola a la vista de todos. Tras arrodillarse en oración, deposita la papeleta en una urna de bronce.
Tres Escrutadores cuentan los votos y leen los nombres en voz alta. Las papeletas se ensartan con hilo y aguja, con la perforación a través de la palabra "Eligo".
Se elige al Papa por mayoría de dos tercios. Si nadie gana, se queman las papeletas para producir humo negro, si hay papa el humo es blanco. Al segundo día y subsiguentes se realizan dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Si luego de 34 votaciones no hay decisión, se vota entre los dos candidatos con más preferencias. Se elige al nuevo Papa por mayoría simple.
Después de aceptar, el nuevo Papa entra a la Sala de las Lágrimas para ponerse la vestimenta papal. Luego recibe promesas de obediencia de los cardenales.
El anuncio se hace en latín: "¡Habemus Papam!" ("Tenemos Papa"). El Pontífice recién elegido da la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro.