Un casto beso tras un cortejo austero y deslucido por la lluvia
Emol - Sábado 22 de mayo de 2004
Fuente: DPA

MADRID.- Era la estampa más esperada del día, pero las expectativas no se cumplieron. Cuando a las 14:24 horas se abrieron de par en par las puertas del balcón del Palacio Real y la princesa Letizia y el príncipe Felipe salieron sonrientes a saludar, las emociones entre las miles de personas congregadas en la Plaza de Oriente se desbordaron. "¡Que se besen, que se besen!", comenzaron a corear algunos.

Pero el heredero al trono, haciendo gala de su tan comentada discreción y timidez, no se animó. Hubo, sí, un beso. Pero un beso discreto, casto, en la mejilla, seguido de un abrazo. Letizia no parecía darse por vencida, mirando a Felipe con ojos de mujer enamorada. Pero nada. Otro beso tímido en la mejilla.

En eso salieron al balcón los reyes Juan Carlos y Sofía y las infantas, aliviando la tensión de momento. Pocos minutos después, el balcón, ubicado encima de la llamada Puerta del Príncipe, volvía a quedar desierto.

Pero la multitud, al grito de "¡vivan los novios!", pedía más. "Venga ya, que llevamos todo el día esperando", comentó una chica, ya algo resignada. Felipe y Letizia volvieron a salir y regalaron a los madrileños otro beso... en la mejilla. Nada que ver con la imagen del príncipe de Gales y Lady Diana besándose apasionadamente aquel día de julio de 1981, una imagen que muchos deseaban se repitiese en Madrid.

Poco antes de salir al balcón, los príncipes de Asturias vivieron quizás el momento más entrañable después del "sí, quiero". A su regreso del recorrido por la ciudad, escucharon emocionados y cogidos de la mano el "Asturias, patria querida", himno interpretado por los 85 gaiteros de la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo y su formación juvenil Vetusta.

El cortejo nupcial resultó ser más austero y sobrio de lo que se esperaba. La inclemente lluvia que durante horas cayó sobre la capital deslució el recorrido por las calles emblemáticas de la ciudad y obligó a subir la capota del Rolls Royce en el que iban los novios y a éstos a permanecer sentados bajo la cubierta de cristal blindado.

La agenda apretaba y, por momentos, el chofer de la noble limusina pisó el acelerador, permitiendo a algunos de los congregados en las aceras, protegidos por chubasqueros y paraguas, apenas una mirada fugaz a la pareja. Hubo quien salió corriendo del bar en el que se había refugiado de la lluvia para no perderse el momento y se olvidó de pagar.

"Vaya pena de imagen de Madrid", comentó alguien, al ver las calles engalanadas pero parcialmente desiertas. Y es que muchos, ante la inclemencia del tiempo, prefirieron seguir el cortejo desde casa por televisión.

Pasando por el "Bosque de los Ausentes", un conjunto de 192 cipreses y olivos plantados en la glorieta de Carlos V en memoria de las víctimas de los atentados del pasado 11 de marzo, el momento más emotivo del recorrido, de unos 40 minutos, fue la ofrenda del ramo de Letizia a la virgen en la Basílica de Atocha.

En el camino de regreso, como si la virgen de Atocha hubiera hecho el milagro, la lluvia cesó y se asomó el sol, para regocijo no sólo de la pareja, cuyas caras se iluminaron de alegría, sino también de la gente en la calle, que seguía agitando banderitas con el rostro de Felipe y Letizia.

"Nosotros vinimos desde Sevilla y, pese al mal tiempo, valió la pena", comentó una señora en la Plaza de Oriente. "Al fin y al cabo, hemos vivido algo histórico", agregó. Una opinión que habrán compartido muchos de los miles de madrileños que desafiaron la lluvia en las calles de la capital.