
La ciencia, en todo caso, tiene cifradas sus esperanzas en una vacuna, dos de las cuales ya están en proceso de certificación en Estados Unidos y Europa. Hasta el momento, se sabe que ellas van a actuar sobre dos tipos de VPH de alto riesgo y dos de bajo riesgo, por lo tanto, no serán tan universales como para combatir todos los tipos de virus genitales que provocan lesiones. Además, las vacunas serían preventivas, o sea, actuarían si la persona no está contagiada, y no terapeúticas, es decir, no podrían eliminar el VPH en la mujer una vez que ella se infectó. Actualmente, se discute cuál será el momento más apropiado para administrar esta vacuna, todo apunta a que debe ser antes de la primera relación sexual, ¿deberá colocarse en la preadolescencia?.
Mientras se esperan las vacunas, sólo queda actuar y ser responsable. Y en ello, el concepto de auto cuidado vuelve a estar presente. El test de Papanicolau (PAP) se descubrió hace medio siglo y, desde su aplicación, ha resultado muy eficaz en el control del cáncer cérvico uterino.
La simple toma de una muestra de células del cuello uterino, que es enviada a laboratorio para que se observe el estado de éstas (citología), puede dar luces de si algo está alterado. El PAP no realiza diagnóstico, sólo advierte de que algo no está normal, pero eso es más que suficiente para no correr el riesgo de pasar a formar parte del grupo de mujeres que verán afectada su vida por un cáncer.
En Chile, el PAP se aplica por política del ministerio de Salud, a todas las mujeres a partir de los 25 años, pero se hace mayor énfasis en las mujeres de riesgo de contraer un cáncer, es decir, desde los 35 años.
Pero, las recomendaciones de todos los especialistas apuntan a que el examen de PAP debe ser realizado a todas las mujeres que se han iniciado sexualmente y sólo una vez que se han recibido tres resultados negativos (no hay alteraciones), se podría espaciar su toma cada 2 o 3 años.
El ginecólogo Eugenio Suárez, de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, hace presente que la ley chilena establece como derecho de las mujeres que están en el sistema privado de salud (Isapres) la realización de una serie de exámenes preventivos gratuitos, entre los que se encuentra un PAP anual. Además, ante un examen que refleja alteraciones, comienza a operar inmediatamente el AUGE, es decir, las prestaciones garantizadas en la salud chilena.
Y hay que tener en cuenta que no existe tratamiento para eliminar el VPH, de ahí que la acción más importante es pesquisar una eventual alteración en el epitelio del cuello uterino provocada por éste.
También se ha comprobado que la recurrencia de la infección por VPH no varía si la pareja de la mujer es tratada o si ella mantiene abstinencia. En conclusión, las mujeres deben hacer cargo de sí mismas.