Sensible
y extremadamente tímido, Christian Dior revolucionó la
moda a fines de la década de los ´40 ganándose los
apelativos de Napoleón, Alejandro Magno y César de la
alta costura.
De origen acaudalado, sufrió la pobreza y murió sin saber
que había creado un verdadero imperio. El camino que recorrió
fue largo y no sin problemas; tras mucho luchar, conquistó su
sueño de ser diseñador, uno que inscribió su nombre
en la historia.
CD nace en Granville, Normandía, el 21 de enero de 1905. Su infancia,
junto a sus cuatro hermanos, se desenvuelve en un ambiente bastante
acomodado ya que su padre, Maurice Dior, era un adinerado fabricante
de productos y abonos químicos.
Ligado estrechamente a su elegante madre -cuya imagen enmarcada en un
corsé influyó en sus diseños de cinturas diminutas-
encuentra en ella a una cómplice incondicional. Aburrida de la
vida campestre, fue la única que comprende su afición
por los disfraces y quien lo consuela cuando es reprendido por haber
estado trazando figurines en un cuaderno.
En 1910, los Dior se trasladan a París e instalan en un lujoso
piso decorado al estilo Luis XVI. Receptor de una educación tradicional,
el pequeño Christian asiste a la escuela Gerson y al liceo Janson
de Sailly, lugar donde sus aptitudes artísticas florecen.
Aunque su deseo era estudiar arquitectura o bellas artes, su padre lo
presiona para que ingrese a la facultad de química con la esperanza
de que algún día se haga cargo del negocio familiar. Su
madre intercede y, con el sueño de que en el futuro sea diplomático
de carrera, consigue que Dior consienta en estudiar Ciencias Políticas
en la escuela de París.
Los libros no lo apartan de los círculos artísticos de
la ciudad de la luz, pero, en 1928, los abandona resuelto a abrir junto
a su amigo Jacques Bonjean, también admirador del cubismo, una
pequeña galería de arte donde venden obras de autores
contemporáneos.
El
crack de los años 30 lo impacta de lleno. Su padre se arruina
tras la caída de las acciones de su compañía en
la bolsa y él debe, al poco tiempo, cerrar su tienda. Sin techo,
se traslada a vivir a la casa de Jean Ozenne y comienzan, ambos, a hacer
bocetos de vestidos y sombreros como modo de ganarse la vida.
A diferencia de Ozenne, Dior logra salir a flote porque sus diseños
de sombreros son altamente demandados. Ya en 1931, la revista “Le
Figaro Ilustré” publica sus primeros dibujos y a los pocos
meses se encuentra de lleno creando para diferentes modistas parisinos
como Agnés.
A la edad de 33 años, en 1938, entra a trabajar como estilista
en la casa de moda de Robert Piguet, quien influye notablemente en su
línea. La guerra lo empuja al servicio militar, pero al año
es licenciado. Entonces parte junto a su padre y su hermana al sur de
Francia, donde trabaja como campesino.
A su regreso a París, en 1942, tiene suerte y se emplea con el
modista Lucien Lelong en cuyos diseños pone su sello. El reconocimiento
a sus creaciones lo hacen pensar seriamente en independizarse.
Y así, resultará determinante en su carrera la aparición
del millonario textil fránces Marcel Boussanc, conocido como
“el rey del algodón”. Preocupado de relanzar esa
industria deprimida por el conflicto, le ofrece a Dior abrir su propio
negocio.
En
septiembre de 1946, en el número 30 de la Avenue Montaigne (próxima
a los Campos Elíseos), se abre la primera tienda con las letras
CD contenidas en un medallón Luis XVI.
Sólo cinco meses más tarde, el 12 de febrero de 1947,
pleno invierno europeo, CD presenta su primera colección que
lo colocaría en forma brusca en el mundo de la alta costura.
Sus diseños caracterizados por hombros estrechos, cinturas de
avispa y faldas amplias elaboradas con metros y metros de tela irrumpen
y cambian
drásticamente el destino de la industria.
Bautizada
como “New Look”, la nueva línea conquista, rápidamente,
a las mujeres que quieren dejar atrás las penurias y carencias
de la guerra. Su fama traspasa las fronteras y Dior se convierte en
“el dictador”, el hombre que rige la moda.
Visionario, es el primero en dar el paso hacia las licencias. En 1948
inicia la producción -con su marca- de medias, calcetines, corbatas
y perfumes; de hecho la fragancia “Miss Dior” es un éxito
mundial al que le siguen "Diorama" y "Diorisismo".
Si en su infancia, en Granville, se comentaba "hoy huele a Dior"
en alusión al aroma de los abonos de su padre, en su adultez
el nombre familiar hace referencia a algo agradable. Es más,
pasa a ser sinónimo de "dios" y "oro".
Uno de sus más grandes pasos en el mundo de las licencias lo
da en 1949, cuando se constituye CD New York Inc., que distribuye la
línea “pret a porter”. Las norteamericanas estaban
locas con sus diseños.
París recupera, con las creaciones de Dior, su sitial en el mundo
de la moda. Desde la capital francesa, salen – a través
del departamento de distribución, creado en 1951- los modelos
a diversas partes del orbe, a los que se suma en 1953 la línea
Dior hombre para zapatos.
De la mano de su colaboradora más íntima, Marguerite Carré,
Dior se expande y crece; en 1955 abre CD London Ltda. y suma y sigue.
Todo
parecía ir como miel sobre hojuelas. Sin embargo, en 1957, durante
una visita a Italia, Christian Dior sufre un nuevo ataque cardíaco
(los dos anteriores nunca se hicieron públicos) y muere en el
sanatorio de Montecatini, localidad a la que había viajado para
hacerse una cura de adelgazamiento.
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