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El sobrevalorado Valdano tuvo que comerse sus palabras. El descartado
chileno fue el artífice del título. Máximo
anotador de la liga y, además, autor del gol que consagró
campeón a Real Madrid ante el testarudo equipo de Deportivo
La Coruña.
Con ello, el atacante de Maipú definitivamente entró
en el corazón de los chilenos al dar una lección de
vida: aunque el reto parezca complicado, todo se puede, si se pone
voluntad. Su posterior historia no hace más que confirmar
su estigma.
Se fue a Italia, luchó y ganó reconocimiento en un
siempre aproblemado Inter y, cuando sintió que ya había
cumplido su ciclo, cerró el capítulo europeo y se
fue a México a buscar algo que le faltaba: afecto.
América no estaba para pasares tranquilos, en todo caso.
Su sequía de títulos era una pesada carga y Zamorano
cargaba con la cruz de ser el emblema de tiempos mejores. Y nuevamente
sacó su varita mágica. Las "Águilas"
elevaron el vuelo. El atacante, veterano y capitán, ayudó
a agitar las alas.
Lo de Iván Zamorano, en todo caso, nunca fue ajeno a los
chilenos, pese a la distancia. Su vínculo con el país
ha sido permanente. Se preocupa de lo que pasa en su tierra. Le
gusta sentirse involucrado. Y claro, dejó gran parte de su
devoción futbolística sudando con la "Roja"
en el pecho.
 
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