Ir al inicio

 

Vengo a despedirme de ti, Roberto Matta, únicamente con mi palabra, porque no tiene ya sentido que te traiga, como hice otras veces, esos canastos con mermeladas y dulces de Chile, que recibías con la inocencia de un niño travieso.

Vengo a decir adiós a Roberto Matta y a celebrar que hace poco más de un año, en París, me dijera que se encogía con el paso de los años, que estaba cada vez más pequeño y que esa era seguramente la manera de irse acostumbrando a la tierra.

Vengo a decir adiós a quién nos aleccionó también en el campo de la política y en el de la consecuencia que es preciso tener siempre en ese campo.

 

Términos y condiciones de la información © El Mercurio S.A.P.