Mes de María rural

El campo chileno conserva hasta hoy antiguas tradiciones para celebrar el Mes de María, especialmente en el Obispado de San Bernardo.

El tradicional Rosario se reza cada mañana muy temprano o cada tarde, cerca de las 20:00 horas, para reunir a la familia en capillas, parroquias y la Catedral. Pero, como antigua norma de piedad se sigue completo, con letanías y cantos.

Otra muestra de fidelidad a la Virgen, es la oración del Angelus justo al mediodía y las diferentes novenas que se le rezan durante el año.

Sin embargo, el Mes de María es una ocasión sumamente especial. Los distintos templos se llenan de flores y ofrendas de los feligreses, quienes las preparan con especial cuidado la víspera del 8 de noviembre y las recambian constantemente para mantener siempre a la Virgen – que, por cierto, se traslada a un lugar especial muy cerca del altar- rodeada de flores recién cortadas.
Ella se vuelve el centro de atención. El Mes de María se reza diariamente en los colegios católicos de la zona y en la mayoría de los hogares existen pequeños altares en los que se reúne la familia al terminar el día.

El día final

El 8 de diciembre se prepara la procesión que finalizará con la Coronación de la Virgen. Participa toda la feligresía del lugar, especialmente en las antiguas capillas de los fundos; es el caso de la de “El Tránsito”, una localidad ubicada en la precordillera entre Buin y Paine, que perteneció a la familia del actual obispo de la diócesis y que es monumento nacional.

Cada casa pone en la puerta un pequeño altar, con la bandera, la Biblia y flores frescas, donde se reza cada uno de los veinte misterios, se le canta y se le hacen peticiones a la Virgen.

El recorrido se llena de guirnaldas blancas y celestes y de la participación de toda la comunidad. Carabineros, bomberos, huasos, cofradías, bandas locales, acólitos y diáconos – además de muchas mascotas, guaguas y coches- acompañan al sacerdote que va dando la bendición.

Al llegar a la capilla, la Virgen es recibida con cantos, bailes y música y representantes de todos los sectores La entran en andas. La figura de la Madre se acomoda en el lugar en que estuvo durante todo el mes y un grupo de representantes le hace guardia a los lados.

Comienza la misa, se le entregan ofrendas al sacerdote, generalmente frutas y verduras de la estación; los pequeños acólitos llevan velas, agua bendita y el incensario, que será ocupado varias veces. Finalmente, se corona a la Virgen con una guirnalda de flores naturales, se reza la oración final del mes dedicado a Ella y el sacerdote bendice a los fieles rociándoles agua bendita.

Texto y fotos: Gabriela Gayani