La
tragedia
Tras
su divorcio, la nieta del dueño de
la Quinta Vergara fue enjuiciada por asesinar
a su ex esposo. Los diarios de la época
cuentan que el magnate norteamericano retuvo
tres días más de lo indicado
la custodia del hijo de ambos -John de Saulles
Jr.- y fue visitado intempestivamente por
la chilena. Luego de una acalorada discusión,
la mujer lo ultimó de un disparo
a quemarropa.
La noticia parecía rutinaria: asesinato.
Pero el muerto era nada menos que John Longer
De Saulles, uno de los gigantes de down
town, el campeón de polo, capitán
del equipo de Yale.
Según Luz Larraín, lo que
desencadenó la tragedia fue la obsesión
del norteamericano por llevar a su hijo,
Jacky, por los mismos oscuros caminos que
él frecuentaba. Por las noches lo
sacaba a escondidas de la casa para llevarlo
a bares, cabarets y clubes nocturnos, en
compañía de sus amigos, para
iniciarlo en el consumo de alcohol y las
palabras soeces.
Cuando el niño le comenta a Blanca
Elena lo divertidas que eran las amigas
de su padre, que se acostaban con él
para echarle hielo en la espalda, ella tomó
la determinación de retenerlo a cualquier
precio.
Y lo hizo.
Durante una bacanal en Long Island a la
que llegó para recuperarlo, descargó
tres balas sobre el cuerpo ebrio y vociferante
de un hombre que se le oponía violentamente.
"Blanquita is not guilty, Blanquita
is not guilty'...: el bullado caso judicial
agitó a la sociedad de la época,
reuniendo a las luchadoras feministas norteamericanas
para quienes la chilena había procedido
según su dignidad de mujer.
“Creo que ella fue víctima
de las circunstancias y de una educación
que la hizo creer que su condición
social era todo el respaldo necesario para
vivir su propia vida. Una mujer muy valiente
para enfrentarse a una sociedad excluyente
con quienes no forman parte de ella”,
sentencia Luz Larraín.
El posterior juicio acaparó los titulares,
en su mayoría a favor de la bella
viñamarina, quien fue defendida brillantemente
por su abogado. La pésima fama de
mujeriego de De Saulles, le jugó
malas pasadas hasta después de muerto.
"Ella salió en libertad por
lo que se llamó en ese tiempo 'insanidad
temporal'. La gente y el jurado siempre
estuvieron a su favor en Nueva York",
cuenta el cineasta chileno Sergio Castilla
(Te Amo/Made in Chile, 2001), quien ha investigado
sobre el tema y aportó varios datos
a la labor de Emily Leider en su libro.
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