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Una frustración adolescente
lo convirtió en un hombre apuesto
y seductor. Su decisión inquebrantable
de ser famoso lo transformó en la
estrella del celuloide de los años´20.
Un “latin lover”, el primero,
venerado por mujeres y también hombres.
Ojos
de grandeza
El
mismo año en que los hermanos Lumiere
remecen al mundo con la primera cinta muda
del cine, Rodolfo Pietro Raffaello Filiberto
Gugliemi di Valentina d'Antoguolla abre
sus ojos en un pequeño poblado italiano.
En
Castellaneta, el 6 de mayo de 1895, Rodolfo
se convierte en el tercer hijo del matrimonio
conformado por un ex capitán de caballería
y veterinario, Giovanni, y la joven de origen
francés Beatrice Barbin, quienes
ya tenían a los pequeños Alberto
y María.
Alumno
regular, a sus nueve años la familia
se traslada a Taranto y sólo dos
años más tarde, en 1906, su
padre muere de malaria producto de las investigaciones
biológicas que desarrollaba en su
laboratorio.
Interno
en Perugia y, a pesar de ser un chico introvertido,
es expulsado del colegio por mala conducta
lo que lleva a su madre a postularlo a la
Academia Naval con la esperanza que adquiera
disciplina. Sin embargo, el plan fracasa
porque no es aceptado aduciendo que es corto
de vista y muy delgado.
Este
hecho lo marca al punto de iniciar una intensa
preparación físico-culturista
que transformó su cuerpo en una belleza
morena y musculosa. Recibido de técnico
agrario, viaja a París durante unas
vacaciones, oportunidad en la que se deslumbra
con la vida mundana y, según, algunos
biógrafos, tiene su primera experiencia
homosexual.
En
Francia toma cursos de bailes, especialmente
tango, ritmo de moda y resuelve que “Italia
es demasiado pequeña” para
él. En diciembre de 1913 se embarca
en el vapor Cleveland con destino a Nueva
York.
Su
precario manejo del inglés lo obliga
a ocuparse en todo tipo de trabajos como
lavaplatos, jardinero y gigoló –o
sea, acompañante de baile pagado
de mujeres jóvenes y no tan jóvenes-,
oficio que desempeña con particular
éxito en el restorán Maxims.
Aquí también se relaciona
con el millonario Cornelius Bliss.
En
esas pistas conoce a la ya famosa bailarina
Bonnie Glass, quien le propone reemplazar
a su pareja de escenario Clifton Webb. En
esos años, 1916, Rodolfo Gugliemi
aún, conoce a la chilena Blanca de
Saulles y testifica en su juicio de divorcio.
(ver capítulo Novia chilena).
Cuando
Glass se retira, el “señor
Rodolfo” como se hace llamar artísticamente,
forma pareja con Joan Sawyer y se suma con
ella al “tour de vaudeville”
que viaja al oeste del país, San
Francisco.
Antes
si quiera de intentar suerte en el cine,
se contacta con la Sociedad Agrícola
Italiana que ayudaba a comprar terrenos
en Californias a los inmigrantes. A la mala
fortuna de no tener el dinero suficiente
para acceder a una hacienda se suma que
Jack de Saulles se venga de él y
lo acusa de formular falso testimonio e
instigar a la prostitución a su ex
esposa. Es arrestado, pero, finalmente,
liberado ya que no hay pruebas suficientes.
Sus
primeros meses en San Francisco comprenden
trabajos menores como corista de diversas
compañías e instructor de
baile. Ahí, conoce al actor Norman
Kerry, compañero de Mary Pickford,
quien lo estimula a probar suerte en Los
Ángeles.
Parte
a Hollywood, pero sólo obtiene algunos
papeles muy secundarios. Aunque se contacta
con algunos productores, entre 1918 y 1920
sólo hace de extra en diversas locaciones.
En esos años, su madre muere en Italia
y adopta el nombre artístico Rodolfo
di Valentina en su honor.
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