A fines de los años veinte, el estudiante de derecho Luis Alberto Hurtado prepara su estudio de titulación sobre las condiciones de los trabajadores obreros. Como parte de su investigación, acude a una pequeña fábrica de camisas, lugar en el que conoce a un grupo de costureras que trabaja más de quince horas diarias para ganar un sustento mínimo. El trabajo es arduo, el pago es poco y el sacrificio es casi un martirio. Observando a estas mujeres, el universitario se percata de las paupérrimas condiciones en que vive un gran sector de la población y decide alzar la voz en su nombre.
La cinta de Ricardo Larraín relata los primeros acercamientos de Alberto Hurtado a los ciudadanos más necesitados y a la iglesia . La producción se realizó en el marco de la Canonización del sacerdote como Santo.
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