Son cinco años de silencio musical que coinciden con la mejor época de vida privada, personal y familiar de John Lennon. En 1974 se había separado de Yoko y vivía en Los Angeles con el músico Harry Nilsson, yendo de club en club y provocando incidentes, en lo que se conoció como su “fin de semana perdido”, que duró ocho meses. De vuelta en Nueva York le tomó muchos intentos recobrar la confianza de Yoko y concretar la reconciliación. La japonesa le exigió dejar las drogas y lo instó a realizar una cura de agua, que a la larga daría a John nuevas fuerzas. Pero nada fue más estimulante para él que la noticia del embarazo de Yoko, quien entre 1969 y 1972 ya había tenido tres abortos espontáneos.
Sean Taro Ono Lennon nació en 1975. John se juramentó tomar el rol de padre del que se había eximido en 1963, cuando nació su único hijo, Julian Lennon, en plena Beatlemanía. Durante los cinco años que siguieron John se hizo cargo de la crianza de Sean, mientras Yoko se ocupó de las inversiones. En ese lapso ella hizo crecer su fortuna hasta cifras superlativas.
Lejos de allí, en Hawai, un guardia de seguridad y fanático religioso que había sido un adolescente más fanatizado por los Beatles, leía un artículo de la revista Esquire del mes de octubre de 1980. Allí se trataba a Lennon con dureza y se lo describía como “un comerciante de cuarenta años que ve mucha televisión, que tiene 250 millones de dólares, un hijo a quien adora y una mujer que intercepta sus llamadas”. Eso no le gustó a Mark David Chapman.
El 27 de octubre compró un revólver del 38 especial Charter Arms. El 5 de diciembre llegó a Nueva York y el 8 de diciembre se encaminó a la Calle 72 oeste, al edificio Dakota, con una copia del nuevo álbum de Lennon, Double fantasy (1980) y un ejemplar de “El guardián en el centeno” de J.D. Salinger. Durante la tarde, cuando Lennon salía con Yoko a la Record Plant, Champman obtuvo el autógrafo del músico sobre la tapa del disco: “John Lennon, 1980”.
A las 22.50 la limusina regresaba al Dakota. Yoko entró primero y unos metros más atrás John escuchó que alguien lo llamaba: “¿Señor Lennon?”. Antes de que pudiera responder, recibió cinco tiros, caminó unos metros hacia Yoko y desplomó sobre ella todavía conciente. El guardia del edificio fue sobre el agresor y le dijo “¿sabe lo que acaba de hacer?”. Chapman respodió “acabo de matar a John Lennon". En una entrevista de 1992 para la televisión estadounidense, el asesino condenado a prisión perpetua y con seis solictudes de libertad condicional denegadas, rememoraría cada instante del fatídico episodio. Allí declaró que entonces escuchaba una voz que le decía: “hazlo, hazlo, hazlo”.
La sorpresiva llegada al número uno fue un aliciente para que John, literalmente, comenzara una nueva vida desde cero. La canción fue de hecho el single más exitoso en toda su carrera solista. Había recuperado su relación, tenía un hijo, estaba libre de drogas e iniciaba los 40 años: “la vida empieza a los 40”.
En una entrevista ofrecida a la revista Rolling Stone en 1980, John diría que “Woman” era la versión “adulta” de “Girl” de 1965. Y si es así de literal en las palabras, también se sugiere en la letra, dedicada en toda su dimensión Yoko Ono. Es un ejercicio poético de amor romántico ensalzando a la mujer a quien el protagonista, por fin, ha recuperado.
Ringo Starr pidió a John que escribiera una canción para un nuevo disco. “Life begins at 40” alcanzó a ser apenas un demo, que Lennon escribió en 1980, justamente cuando Ringo ya había cumplido los 40 y él se encaminaba a esa edad. Es una melodía simple de caracter country, que sólo apareció editada en el disco John Lennon anthology (1998): “Dicen que la vida comienza a los 40 / La edad es sólo un estado de la mente / Si todo eso fuera verdad / Ya sabes, yo hubiera muerto a los 39”.