Pasión en el marco de una época

Cuando apareció, "Jesucristo Superestrella" fue por mucho tiempo la versión cinematográfica más controversial de la pasión, tenía pasajes que podían malinterpretarse por su dualidad en los gestos y tierna letra de las canciones, aunque nunca se afianzó tal percepción de una forma definitiva. Las letras de algunas canciones no correspondían a lo sucedido o lo explicado en los evangelios.

En el marco "hippie" y guerra de Vietnam, los soldados de la película vestían camisolas y cascos, blandían metralletas y lanzas. Jesús tenía el aspecto físico muy a lo icono (rubio, ojos azules) “aunque se dijo que el actor tenía ascendencia indígena norteamericana”; y Judas era negro.

A éste, en el filme, lo perseguían tanques y aviones de guerra debido a la traición . Los apóstoles caminaban juntos, cual tropa de alegres "niños de las flores", preguntándose qué era todo aquello que estaba sucediendo.

A pesar de mantener el estilo original del teatro contemporáneo, la obra de 1973 fue filmada en locaciones en donde sucedieron los hechos evangélicos, y se ubica claramente dentro del género fílmico.

Lo contrario sucede en la versión del año 2000, que no sale al campo y tampoco lleva secuencias que la conviertan en verdadero cine, quedándose a pegada al formato teatral de espacios cerrados.

En la película del 73, los actores aparecíann al principio y al final, descendiendo y abordando un autobús, antes y después de participar en la representación; bajaban con incertidumbre y al partir demuestrban pena y quizá la misma o mayor incertidumbre por lo acontecido en la trama o por lo que les sucedió a ellos, en ese lugar, como intérpretes de semejante historia.

La película dirigida por Noman Jewison, presenta a un Jesús -Ted Neeley- frágil y valiente, vulnerable, esperanzado, iracundo y, a ratos, lleno de miedo.

Amor humano y amor divino

Judas Isacariote -Carl Anderson-, está decepcionado de su maestro pero termina terriblemente angustiado, y a la vez, inquiriéndole ­vestido de blanco, entonando la canción final ­ por qué tuvieron que suceder las cosas así.

María Magdalena -Yvonne Elliman-, hawaiana junta a más no poder el amor humano al espiritual, alcanza la cumbre del consuelo en la canción Todo está bien, y más tarde, con ternura infinita declara: "No sé cómo amarlo."


En esta obra musical se destaca el hecho de que Pilatos, en realidad nunca quiso enviar a Cristo al martirio y la muerte, se sintió presionado a ello.

Tomando en cuenta la relación música y producción, es improbable que otra realización ­incluida la de 2000 ­ supere la tríada formada por las dos leyendas de la música, los compositores Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, y el director Jewison.

Los tres artistas, sobre parajes desérticos, en escenarios construidos con sencillas barras de metal, hacen el milagro de que aparezcan cual oasis, sus originales apreciaciones sobre la tragedia, sin evadir entretenimiento y música encantadora.

A pesar de sus aciertos, el filme dirigido en el 2000 por Gale Edwards, no llena las expectativas, mucho menos sobrepasa la impresión del primer filme (1973). Quizá porque nos vamos haciendo viejos o porque la versión de Jewison fue hecha cuando el acto creativo estaba en su esplendor.

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