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Lo que más distingue a la Navidad que se celebra en Chile en comparación con la de otros países, es que aquí tiene lugar en pleno verano, cuando los niños ya han terminado su período escolar y se preparan para salir de vacaciones.

El 24 de diciembre, el día de la Nochebuena, las familias chilenas preparan una comida completa que se sirve luego de la tradicional Misa del Gallo, en la que se anuncia y celebra el nacimiento del Niño Jesús. La cena generalmente consiste en un pavo asado acompañado de ensaladas de apio con palta, papas con mayonesa, repollo con manzana y arroz con pasas. De postre se come el Pan de Pascua, un queque de origen europeo que en su versión criolla contiene frutas confitadas, pasas, nueces y almendras.

La bebida tradicional para esta fecha es el conocido Cola de Mono, un ponche elaborado con pisco o aguardiente, café con leche, azúcar y canela.

La comida navideña finaliza a la medianoche, cuando todos los asistentes se reúnen alrededor del Árbol de Navidad y del pesebre para intercambiar regalos.

Sin embargo, oficialmente la temporada de Navidad termina el 6 de enero con la fiesta de la Epifanía. En Chile y otros países de Latinoamérica ese día se conoce como “La Pascua de los Negros” en honor a Baltasar, el Rey Mago que vino de África.

La manera en que los chilenos celebran actualmente la Navidad es totalmente diferente a como lo hacían en el siglo XIX, cuando el plato obligado en todas las cenas navideñas era la cazuela, y los alfajores, empolvados y mistelas llenaban las mesas familiares.

Asimismo, durante esa época no podían faltar en las casas los pastelitos pinzados de almendra, arrope, cajetillas de yema y dulce de alcayota con nuez. En cuanto a las bebidas, la favorita era el mote con huesillos, aunque también se tomaba el apiao, aloja o jarabe de culén y jarabes perfumados.

La celebración del nacimiento del Niño Jesús tenía lugar en conventos e iglesias, donde los asistentes dejaban a los pies del recién nacido frutas, flores y tortillas a modo de ofrendas.

El primer Árbol de Navidad fue armado en 1850 en Valdivia por un grupo de inmigrantes alemanes, quienes también introdujeron el Pan de Pascua, los calcetines de colores rellenos con dulces, las coronas en las puertas y el canto Noche de Paz.

A partir de 1856, en la Alameda se instalaban fondas iluminadas con faroles donde se vendía licor y se bailaban zamacuecas. La feria navideña, que era visitada por muchas familias, ofrecía churros, picarones y juguetes como los emboques y el runrún, los más populares de la época.

 

 

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