En Estados Unidos, ser autónomo ya no significa ser libre, por lo menos en lo que se refiera a los vehículos que se manejan por si mismos. Esto, después de que el gobierno de Barack Obama propusiera una serie de reglas a las que este tipo de automóviles deberá ceñirse si pretenden circular por calles y carreteras públicas.
Entre las normas que estos vehículos autónomos deberán seguir parten se encuentran las que fuerzan a los fabricantes a explicar cómo funcionan sus conductores artificiales, qué pasa si fallan y cómo se los ha probado, según anticipó el Departamento de Transporte de los Estados Unidos.
Además, marcas como Tesla, General Motors y la empresa matriz de Google, Alphabet, deberán efectuar verificaciones públicas del desempeño de los vehículos de modo tal que los organismos reguladores y otras compañías puedan evaluarlos.
Por ahora las compañías que fabrican estos modelos han sido receptivas con este tipo de normas, pero han afirmado que es necesario un liderazgo federal para evitar que los estados aprueben leyes propias que pueden resultar incompatibles.
Ford, por ejemplo, calificó las pautas gubernamentales de “racionales” y de un intento de garantizar que los Estados Unidos continúen innovando.