Bastan unos pocos tuites para que Donald Trump siembre tribulaciones en el mundo de la industria automovilística. En varios de ellos ha amenazado con imponer aranceles aduaneros a determinados modelos y marcas justo cuando el sector se encuentra en uno de los mejores momentos de los últimos años.
Pero resulta que en ellos ha cometido errores o inexactitudes serias.
El último enfrentamiento del presidente electo con los fabricantes de automóviles se produjo un poco antes de que se iniciara en Detroit el Salón Internacional del Automóvil de Norteamérica (Naias).
El objetivo esta vez fue Toyota, que tuvo que salir a refutar al presidente electo, quien señaló en Twitter que “Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja California, México, para producir automóviles Corolla para los EE.UU. ¡DE NINGUNA MANERA! Construya la planta en EEUU o pague un gran arancel aduanero”.
El hecho es que Toyota no está construyendo una planta de montaje en Baja California, sino en el Estado de Guanajuato, en la que sí se producirán a partir de 2019 200.000 unidades del Corolla para su exportación a Estados Unidos.
La marca japonesa además agregó que la planta de Guanajuato no solo no afectará el nivel de empleo o producción en sus plantas en Estados Unidos, sino que el fabricante ha invertido casi US$22.000 millones en el país, donde cuenta con 10 plantas de montaje, 1.500 concesionarios y 136.000 empleados.
Además, según un análisis realizado en 2016 por Cars.com, una de las principales empresas online de servicios a los automovilistas en Estados Unidos, Toyota es una de las marcas con los vehículos “más estadounidenses” en el mercado, los modelos Camry y Sienna.
También contra General Motors
Los hechos tampoco se ajustaron a la realidad cuando previamente había amenazado a General Motors, el mayor fabricante estadounidense de automóviles, con aranceles aduaneros por producir en México y enviar a Estados Unidos el modelo Cruze.
Esa vez General Motors también desmintió a Trump, pues según indicó la empresa en un comunicado, “todos los Chevrolet Cruze sedán en venta en Estados Unidos son producidos en la planta de montaje de GM en Lordstrom, Ohio”.
En el 2016, GM solo importó unos 4.500 Cruze Hatch de cinco puertas producidos en México, una mínima fracción de los 190.000 Cruze vendidos ese año en Estados Unidos.
Trump pareció envalentonado por el aparente éxito que consiguió ante Ford, que canceló una inversión de US$1.600 millones en México y así lo presumió en un tuit en el que felicitaba a la marca del óvalo por su decisión; no obstante, después Ford indicó que producirá en Focus en México a pesar de todo, que era lo que Trump quería evitar.
Lo que sí es cierto es que, de acuerdo al índice de Cars.com sobre el nivel de producción del sector del automóvil en Estados Unidos, que se basa en origen de componentes, montaje del vehículo y nivel de ventas, la cantidad de contenido doméstico se ha reducido dramáticamente en los últimos años.
Según esta fuente, en 2016 solo ocho modelos pueden ser considerados estadounidenses: Toyota Camry, Honda Accord, Toyota Sienna, Honda Odyssey, Honda Pilot, Chevrolet Traverse, GMC Acadia y Buick Enclave.
Esta cifra es 30% inferior a la del 2011, aunque en el 2015 la cifra fue incluso menor: solo siete modelos eran “estadounidenses”.