La primera vez que probamos el DS5, hace ya unos años, nos pareció una especie de nave espacial. Sentarse en el puesto del conductor nos parecía que era como estar en el puente del Enterprise, digamos.
Hoy, probablemente por el paso del tiempo y el efecto de su competencia, nos parece que esta nave ha perdido algo de su impulso warp. Y eso que el ejemplar que probamos estrena un nuevo motor diésel de 180 caballos de fuerza.
El exterior conserva sus principios básicos de audacia y diferenciación que ya le conocíamos. Ese perfil cromado que enmarca el capó y se extiende hasta la base de los pilares A sigue atrayendo miradas, mientras que la dramática parte trasera, que parece fundir la luneta con el techo acristalado mantiene su actualidad.
La novedad son los nuevos focos delanteros, que tienen una combinación de ledes y focos de xenón, que lucen muy bien.
Por dentro, los sentimientos son contradictorios. Por un lado, la presentación del panel frontal, con instrumentos digitales y una forma envolvente (como es propio de las naves espaciales) sigue siendo cautivante por ser ejemplo de arrojo en materia de diseño en auto premium; pero por otro, cosas como la pantalla multifuncional aparece demasiado hundida en la consola central, mientras que algunas teclas y perillas están fuera de moda en un mundo donde se estila disimularlas al máximo.
Espacio en el habitáculo
Como en toda nave espacial, desde los Sputnik hasta los transbordadores, el espacio no sobra y en el DS5 tampoco. Naturalmente en los asientos delanteros se va muy bien, pero en los traseros el espacio es más restringido.
Además, el mecanismo de apertura de las escotillas del techo panorámico contribuye a que el espacio sobre las cabezas se limite, mismo efecto que produce la consola de la barra longitudinal del techo, que en todo caso ayuda muchísimo a la imagen espacial del DS5 con sus botones y espacios de almacenaje.
De cualquier forma, la calidad premium del auto está afirmada en la excelente materialidad interior, con texturas que alcanzan la exquisitez, especialmente en la tapicería de los asientos y en el módulo de instrumentos.
En cuanto al motor, se trata de una maquinaria que le mucho brío al DS5. No es como para que amenace retroceder en el tiempo, pero la disponibilidad de torque en un amplísimo rango de revoluciones hace que el manejo sea muy divertido. No es tan silencioso como cabría suponer, eso sí, mientras que el sistema Star&Stop a veces produce vibraciones demasiado perceptibles.
Así, puede que el DS5 ya no llegue a su warp máximo, pero sin duda puede llevar a sus pasajeros hasta donde nadie ha llegado antes.