MÚNICH.- Pese a que el BMW i8 existe desde 2014 en Alemania, manejar uno por las calles y carreteras de ese país no deja indiferente a nadie. Hasta fotos nos sacaron niños y jóvenes que nos vieron pasar en este espectacular deportivo en el balneario lacustre de Tutzing, al suroeste de Munich.
Y es que el i8 tiene un diseño que no pasa inadvertido, aunque no es espectacular. Pero tiene un “qué sé yo” que encanta.
Ni hablar cuando llega la hora de subirse o bajarse de él a través de sus puertas “alas de gaviota”, que pivotean hacia arriba desde un soporte en el pilar A. Quizás no le ayudan los colores demasiado “serios” que la marca dispuso para todas las versiones de este automóvil híbrido. Ionic Silver, Protonic Blue, Gris brillante Sophistograu y Kristallweib Perlado son los tonos dominantes.
En todos hay una línea azul en algunos detalles de su carrocería o el interior. Eso nos recuerda que se trata de un vehículo de bajas emisiones y escaso consumo, porque se impulsa con una combinación de motores, uno eléctrico y otro a gasolina.
Juntos pueden llegar a entregar nada menos que 362 caballos de potencia, con un consumo de 2,1 litros de combustible cada 100 km, equivalentes a un rendimiento de 47,6 km/l.
Parte importante de estas cifras se obtienen porque el propulsor térmico es de solo 3 cilindros y 1.497 cc. Es decir, una cilindrada pequeña para un auto de altas prestaciones y porque en los circuitos citadinos, que es donde más se espera que un híbrido emita bajas emisiones, el i8 puede llegar a 0, ya que el motor a combustión permanece apagado y puede ir por la ciudad en el modo eléctrico, que ofrece una autonomía de hasta 36 kilómetros con las baterías cargadas completamente.
Y si hablamos de autonomía total, esta puede llegar a 600 kilómetros sin tener que repostar gasolina o carga eléctrica.
Las baterías, ubicadas bajo el piso, se pueden cargar en un simple enchufe doméstico, que tarda unas tres horas para obtener el 80% de la energía. Pero si se desea una carga rápida (menos de dos horas), se necesita una estación de recarga llamada BMW iWallbox, que trabaja a 230 volts y 16 amperes, y que debe ser instalada en la casa por un técnico. El costo de este aparato es de 700 euros (unos $521.500), más el trabajo de instalación y empalme con la matriz energética de la casa.
Además de la energía “de pared”, las baterías pueden cargarse también en el proceso de frenado mediante la electricidad que se produce por roce, y en la fase de retención que hace el motor al bajar marchas para detenerse. Otra forma de cargarse es mediante el trabajo del alternador y el motor de arranque, pero estas dos son poco eficientes.
El motor térmico trabaja acoplado a una transmisión automática de seis velocidades (igual a la que usa Mini) y se puede usar también en modo manual, mediante las paletas ubicadas detrás del volante.
Al volante
Entrar al habitáculo del i8 es una tarea que no es tan fácil como subirse a un auto convencional. Necesariamente hay que hacer una contorsión para acomodarse en un asiento que está más bajo que el zócalo la puerta. Para bajarse se necesita otra maniobra corporal que te hace pensar cómo será hacerlo varias veces al día.
Pero una vez instalado, la comodidad de los dos asientos delanteros es óptima, con buena sujeción lateral y varios reglajes para la posición ideal. Las dos plazas traseras son más bien figurativas, pues es imposible que entren dos personas de talla adulta. Ni siquiera los niños pequeños pueden ir cómodos, porque el respaldo es rígido y está en un ángulo de 90 grados con respecto a la banqueta. Pero, claro, en un deportivo de altas prestaciones no deberían ir niños.
El tablero de instrumentos es una pantalla digital tras el volante, con toda la información que un conductor puede esperar, e incluso más de lo que uno realmente usa. El sistema de head-up display proyecta una dúplica de la información más relevante que se necesita en la carretera, como las señales del tránsito, parte del mapa del navegador y la velocidad permitida, un elemento muy controlado en Alemania si es que no se rueda por la Autobahn, en donde la velocidad es libre.
En paralelo, en el centro superior de la consola hay otra pantalla que procesa toda la infoentretención a bordo (sonido del audio, clima, lista de teléfonos y navegador). El sistema de navegación es de gran calidad visual (HD) y de alta precisión.
Modos de manejo
El manejo por los tramos citadinos con el motor eléctrico (va alojado en la parte delantera) es en completo silencio, pero al pisar el acelerador a fondo se acopla el propulsor a gasolina (atrás, en posición central) y el sonido que produce es absolutamente “de competición”, pero sin llegar a molestar a quienes circulan por el lado.
Si se requiere de una partida violenta, el i8 puede alcanzar los 100 km/h en apenas 4,4 segundos, debido a que los motores eléctricos entregan su máximo torque en forma instantánea.
Posee tres modos de conducción: normal, eléctrico y deportivo. El normal se activa por defecto y ofrece dos ajustes (Confort y Eco Pro); el eléctrico, con un botón exclusivo para activarlo, y el Sport, que se acciona desplazando la palanca selectora de marchas hacia la izquierda.
Las suspensiones son las propias de un auto deportivo, muy firmes, pero suaves en los desplazamientos por los tramos urbanos. La dirección tiene una excelente asistencia, muy adecuada a la hora de estacionar, especialmente porque la visión hacia atrás no es precisamente óptima.
En conclusión, el BMW i8 responde plenamente a las expectativas, aunque su precio (más de 120 mil euros) es muy elevado con respecto a lo que cuestan otros deportivos de la misma línea.