Para muchos expertos la solución a los problemas de contaminación en las grandes ciudades del mundo y, de paso, ayudar en la lucha contra el calentamiento global es la masificación de los vehículos eléctricos. Sin embargo, la producción de este tipo de autos también genera "ruido" especialmente en la fabricación de las baterías.
Según consignó Amnistía Internacional, los vehículos eléctricos "no son tan éticos como algunos vendedores quisieran hacernos creer". Esto debido a que durante años han existido prácticas "no reguladas en el sector que han dado lugar a impactos perjudiciales en los derechos humanos y el medio ambiente".
En este caso la ONG hace énfasis en las "violaciones de derechos humanos vinculadas a la extracción de los minerales utilizados en las baterías de ión de litio, especialmente en la República Democrática del Congo".
El texto de Amnistía Internacional agrega que una investigación llevada a cabo en 2016 "concluyó que las personas, tanto menores de edad como adultas, que trabajan en minas de cobalto excavadas a mano en el sur de la República Democrática del Congo se enfrentan a graves riesgos para la salud, sin gozar ni de la protección del gobierno ni del respeto de las empresas que se benefician de su trabajo".
Es por esa razón que el secretario general de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, sostuvo que "si no se llevan a cabo cambios radicales, las baterías que alimentan los vehículos ecológicos seguirán estando manchadas por abusos contra los derechos humanos".
"Las grandes empresas globales que dominan el sector de los vehículos eléctricos tienen los recursos y los conocimientos necesarios para crear soluciones energéticas que sean realmente limpias y justas, y las desafiamos a regresar a Oslo el año que viene con pruebas de un progreso real. Ahora que la demanda de baterías va en aumento, es hora de acometer una profunda transformación de nuestras fuentes de energía, dando prioridad a la protección de los derechos humanos y el medio ambiente", sentenció.