Un electricista de Minesota, Estados Unidos, llamado Lynn Pfenning nunca olvidará el rostro de su padre, Marvin, luego que le devolviera el auto familiar que debió vender a mediados de los años 70.
La historia, recogida por medios de prensa internacional, cuentan que Lynn pasó 38 años intentando conseguir el viejo Volkswagen Type 3 Fastback de 1967 que su progenitor compró el mismo año de su fabricación y que luego debió vender a un granjero de la zona.
El vehículo fue primero usado por el hijo del nuevo propietario y posteriormente fue destinado para distintos trabajos agrícolas para luego terminar abandonado en un cobertizo.
Pese al tiempo transcurrido Lynn nunca perdió de vista el auto de la familia y de vez en cuando se ofrecía a comprarlo encontrando siempre una negativa de su propietario. No obstante, su suerte cambió en 2013 cuando pudo comprar el deteriorado auto que alguna vez fue de su padre.
Una nueva y costosa aventura
Ahí comenzó otra aventura en su restauración en la que invirtió otros cinco años y más de 40 mil dólares (alrededor de 35 millones de pesos chilenos). Pese a que el monto parece exagerado, Lynn ha asegurado que "compartir esta experiencia con él ha hecho que cada centavo gastado valga la pena".
Pfenning desmontó hasta el último tornillo, reparó todo lo que se había podrido o degradado, e incluso reemplazó una parte de la carrocería. Luego decidió aumentar la cilindrada del motor a 1.776 cc a partir del bloque original de 1.600 cc y sustituyó la tapicería vieja por una nueva de lana.
También pintó su carrocería con su color original, además de recuperar sus espejos recubiertos de cromo y otros elementos que completaron el proyecto de restauración.
Concluidos los trabajos, Lynn se reunió con su padre para mostrarle el resultado: su viejo auto pero completamente restaurado y en mejores condiciones de manejo. "Estaba feliz más allá de las palabras", relató el protagonista de esta historia al sitio Autoblog.com.
La restauración del coche se hizo con tanto detalle que ya ha recibido premios en múltiples exhibiciones regionales de automóviles clásicos. La primera de ellas fue en la Feria Estatal de Dakota del Norte, donde recibió el primer premio al mejor coche antiguo. Para celebrarlo fue con su padre de 83 años a participar en el desfile. "No podía creer que fuera el mismo coche", recuerda Lynn.
"Estuvo sonriendo todo el desfile, que duró casi dos horas, y gritando en su ininteligible dialecto alemán: ¡Es un Volkswagen y lo compré nuevo! Estaba muy emocionado", relató el orgulloso hijo.
