El Reino Unido está empeñado en convertirse en un país cero emisiones durante las próximas décadas y para alcanzar ese objetivo el gobierno británico planea adelantar para 2030 la entrada en vigencia de la norma que prohíbe la venta de vehículos nuevos con motores convencionales impulsados por gasolina y diésel.
En primera instancia este cuerpo legal debía comenzar a regir en 2040. No obstante, a inicios de este año la autoridad anunció que la restricción se comenzaría a aplicar a inicios de 2035.
Ahora se conoció que la administración del primer ministro Boris Johnson habría resuelto adelantar en cinco años más la aplicación de la norma, la que comenzaría a regir en 2030.
Un reporte del Financial Times revela que la medida tiene como finalidad "impulsar el mercado de autos eléctricos en el Reino Unido e impulsar al país hacia su objetivo de cero emisiones netas para 2050".
De oficializarse la medida, que estaría pronta a ser comunicada por Boris Johnson, los fabricantes de vehículos sumarán una nueva presión para pasarse cuanto antes a la electromovilidad.
El artículo de prensa señala además que la disposición no afectará en primera instancia a los vehículos nuevos con tecnología híbrida, los que se podrán comercializar hasta 2035.
Con el objetivo de ayudar a esta transformación, el gobierno británico tiene planeado invertir alrededor de 660 millones de dólares para mejorar la infraestructura de carga del país.
Parte de estos recursos, se indicó, serán destinados a financiar "nuevas conexiones a la red" que permitirán que las estaciones de carga se ubiquen incluso en áreas remotas del país.
La conversión que persigue el Reino Unido es un desafío no menor, dicen los expertos, especialmente si se considera que en lo que va del año el 73,6% de los autos nuevos vendidos corresponden a coches convencionales, mientras que las unidades 100% eléctricas sólo alcanzan el 5,5%.
El Financial Times añade que, como era de esperar, los fabricantes de automóviles se han resistido al cambio dado el escaso margen que ofrece para concretar el traspaso de tecnología.
Por ejemplo, el fabricante japonés Honda dijo que incluso un plan de transición de 15 años entrega un plazo "demasiado estrecho".
Por su parte, Toyota fue más directo y aseguró que prohibir la venta de nuevos vehículos híbridos en las próximas décadas "pondría en peligro futuras inversiones en el Reino Unido".