EMOLTV

Mujer que sobrevivió al ataque de Hamás: "Pensé: 'ser chilena me va a salvar'. Pero no, ellos disparaban no más"

Constanza Flores relata cómo fue la jornada del 7 de octubre, cuando el grupo terrorista llevó a cabo su ataque.

14 de Enero de 2024 | 12:59 | Por Pablo San Martín, Emol
imagen
El Mercurio de Antofagasta
Constanza Flores es chilena y desde 2014 vive en Israel. El 7 de octubre fue protagonistas en los ataques que Hamás llevó a cabo en dicho país.

"Mi pareja pertenece a la seguridad del kibutz y cuando pasan estas situaciones tiene que encender su radio, tomar su arma. Un cuarto para las siete de la mañana le avisan que tiene que salir", explicó a El Mercurio de Antofagasta donde relató su historia.

Y agrega: "Él es israelí, pero nació en Argentina. Llamé a mi hermana. Le digo '¿escuchas las alarmas?' Sí. '¿Y los disparos' Sí, le digo 'debe ser el Ejército, seguro alguien está tratando de entrar. En la televisión empezaron a mostrar imágenes de otras ciudades, de los terroristas entrando en camionetas'. No podía creerlo, no podía entender que habían cruzado la valla".


Según señala Flores, "a las 6 y media de la mañana suenan las alarmas. Estábamos en el refugio con mi pareja, Marcelo Cohen, y tomé mi teléfono para grabar, porque lo hacía para contarle a mi familia".

Explica que "llevábamos 10, 15 minutos con las alarmas sonando, porque por cada misil que vienen en tu dirección suena la alarma, y dicen 'color rojo, color rojo'. Podías escuchar las alarmas en los kitbutz vecinos. Pensé '¿a quién mató Israel?', porque siempre encontraban a alguien asociado a Hamás, a la yihad, y Gaza lanza misiles en señal de protesta".

La historia de Flores continúa entre medio de alarmas y dudas en torno a lo que ocurre a su alrededor. Dice: "Se cortó la luz, quedé sin televisión. Cerca de las siete mi pareja vuelve corriendo, había perdido su celular y tenía la cara blanca blanca. Le pregunto: 'por favor, por favor, ¿qué viste?'. Me cuenta que escuchó tiros muy cerca, se agachó para tratar de entender y ve cuando el jefe de seguridad, Rami Negbi, recibe una bazuca. Vio alrededor de ocho terroristas de Hamás con uniforme negro y la banda verde en la cabeza, armados enteros, con bazucas".

Flores cuenta que cerraron con llave la puerta de entrada y que por los grupos de chat de la comunidad y amigas de otros kibutz llegaban mensajes de auxilio cada cierto rato. Además, una amiga, que tenía televisión, le confirmó que habían entrado terroristas.

"Yo trataba de pensar por dónde se podían haber pasado, porque trabajo cerca de la frontera, veo las ventianitas de los edificios de Gaza, siempre hay un ataque por ahí. Es una valla de metal con sensores, de unos cinco metros de altura y un muro de 30 metros hacia abajo. También con sensores", cuenta.

De pronto, Flores dice que lograba escuchar las balas golpeando las ventanas de acero de sus vecinos. "Yo pensaba, cómo no va a haber fuerza en Israel", indica.

Por redes sociales empezaron a circular los videos de los secuestros. "La hora avanzaba. Por lo menos mi pareja tenía un arma, pero no sabíamos cuántos iban a entrar", cuenta.

Y dice: "Escucho detrás de mi casa que alguien grita '¿hay alguien en casa?'. Abro un poco la ventana de fierro y veo una señora de edad golpeando la puerta de mi vecina".

"Me pidió un paracetamol y cuando salgo a la cocina a rellenar la botella, escucho que afuera gritan: '¡Allahu akbar!, ¡Allahu akbar!' Corro donde mi pareja y le digo: 'Están gritando afuera Alá es grande, Alá es grande".

El relato de la joven decanta: "Nos metemos los tres en el refugio. La señora se acuesta conmigo debajo de la cama y él se queda afirmando la manilla de la puerta. Se escucha que rompen los vidrios, entran, gritan, nos golpean la puerta gritando: '¡Alá es grande, Alá es grande'. Debajo de la cama yo agradecía no haber tenido hijos. ¿Vale la pena traer a alguien a un mundo así? Mi preocupación era la pobre señora, que escapa de su casa para encontrar la muerte en la mía, No es que lo tomé con paz, ni que estaba preparada, solo pensaba qué injusta es la vida, que tenemos que morir por algo que no había hecho, ellos decidieron que yo tenía que morir por Alá".

Luego dice que "no estaban discriminando si eras judío, o de qué religión de qué país. Incluso pensé: 'ser chilena me va a salvar', pero no, ellos disparaban no más. No podía parar de hablar y le decía mi pareja, 'gracias por la oportunidad que me diste en la vida de poder estar aquí contigo, de poder crecer en este lugar'. Él me decía 'silencio, silencio' y por radio 'por favor vengan, están entrando y matando casa por casa".

Finalmente, no lograron abrir la puerta. Escuchó que entran a la casa de los vecinos. Hubo muchos gritos de miedo.

"Alrededor de las tres de la tarde -continúa Flores- el Ejército pasa a buscar a mi pareja. Volvió a las diez de la noche. Entra, se pone a llorar y me cuenta las bajas que habíamos tenido. Por supuesto, nadie durmió esa noche, se seguían escuchando disparos. Pensamos que se había terminado, pero había algunos terroristas escondidos en el campo, en los autos, en casas. Al otro día, en las noticias pudimos ver lo que había pasado en los otros kibutz. También supimos que un piloto sobrevoló nuestra zona y disparó a los terroristas que venían entrando. Mató alrededor de 50, puede ser que por eso nuestro kibutz no tuvo tantas bajas".

Y continúa: "A la vecina le abrieron la puerta del refugio, pero no estaban con el uniforme (de Hamás) y tenían cuchillos en la mano. El marido pregunta en inglés: '¿qué quieres?' Y uno de los jóvenes le responde: 'algo para mi mamá'. Mi vecina saca las joyas, se las da y le pregunta: '¿quieres tomar algo??.

"'Sí, un jugo'. Ella le ofrece un vaso de jugo, ellos le dan las gracias y se van. Eso fue como un cuarto para las once de la mañana. Después nos enteramos que hubo varias olas de personas. La primera, entró a matar, quemar y hacer el mayor daño posible. La segunda, a secuestrar, entre las 9 y 10 de la mañana. Y la tercera, a saquear, al ver que no había respuesta de Israel", añadió.

Finalmente, cuenta que "el 8 de octubre nos dan media hora para hacer las maletas, nos evacuaban hacia Eilat. La señora no tenía nada, le di ropa que dejó mi mamá. La mitad se tuvo que ir en los camiones del Ejército, porque la mitad del kibutz estaba quemada y los autos reventados. Al mío le rompieron el vidrio con una piedra gigante. El único lugar seguro era por el cruce Re'im, donde había sido la fiesta. Se veían autos quemados a los costados y mucha ropa. Me llamó la atención. Y no, eran montañitas de cuerpos por toda la ruta".
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?